En nuestro país se ha vuelto una institución vivir del subsidio. Quien vive dentro de él parece ser el vivo, mientras que quienes estamos del otro lado, somos los tontos que tenemos que jalar una carreta que cada vez es más pesada; y en la cual, viajan cómodamente miles a quienes tenemos que sostener vía nuestros impuestos.
Ahí está el ejemplo de los maestros de la sección 22 de Oaxaca, que ni dan clases, ni cumplen con los nuevos requisitos que establece la Reforma Educativa, y no están dispuestos a perder o ceder algo de sus derechos para actualizar su marco de obligaciones al actual entorno. Primero está su derecho a recibir su cheque y garantizar su retiro, y hasta el final está el derecho de los alumnos a recibir clases por maestros mejor calificados.
Otros, son los trabajadores de empresas estatales afiliadas a algún sindicato. Aquí he puesto el ejemplo de Caminos y Puentes Federales de Ingresos y Servicios Conexos (CAPUFE). Este grupo tiene un contrato colectivo de trabajo en cuya cláusula 15 se establece que los trabajadores sindicalizados son inamovibles. Sí, en el siglo XXI, cuando cobrar el peaje de una carretera es un trabajo que prácticamente no agrega valor, porque la productividad es menor que un sistema automatizado, esta cláusula limita a nuestra principal red carretera a modernizarse.
Imagine usted que quienes nos desenvolvemos en la iniciativa privada, pudiéramos firmar un contrato en calidad de “trabajador inamovible” para protegernos de cualquier innovación tecnológica que pusiera en riesgo nuestro empleo. Esto nos vacunaría incluso, ante la amenaza de nuevas generaciones mejor preparadas. Pero, ¿qué incentivo habría para que las empresas privadas innovaran y fueran eficientes y competitivas? Usted mismo, ¿qué incentivo tendría si no dependiera de su productividad diaria para mantener su empleo? Ninguno por supuesto.
Hace un par de meses en los medios también fue un escándalo el de los nuevos jueces electorales. Estos que aprovechando la Reforma Política recibirían un subsidio de por vida al retirarse después de la elección del 2018, equivalente a más de 350 mil pesos mensuales. Debió darse una campaña de prensa para que los jueces renunciaran a ella y sólo la aceptaran los dos años que por ley no podrán trabajar al dejar sus puestos en 2018.
Agregue usted también a muchos trabajadores del ISSSTE, del IMSS, los líderes de sindicatos al servicio del Estado, jueces, magistrados y un largo etcétera.
Y luego están los subempleados. Otro impuesto que debemos pagar por crear empleos improductivos. El “viene viene” en los supermercados y hasta en la farmacia; el que te da las toallas de papel en los baños de restaurantes, el malabarista y limpia parabrisas del crucero. Una cultura extendida a la que se tiene que subsidiar para sobrevivir.
Pero si todo lo anterior no fuera suficiente, ahora nuestros legisladores nos han endosado cargar con el pasivo laboral que representan los trabajadores de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, estimado en 1.6 billones de pesos, o para que nos quede más claro, algo así como 127 mil millones de dólares.
¡No se vale!
Soy un simpatizante de la Reforma Energética porque creo que México necesita espabilarse en este terreno que ha permanecido anquilosado. Pero creo que Pemex sólo ha sido un gran negocio para quienes han tenido la “palanca” o la “suerte” de entrar en ella, y para múltiples funcionarios corruptos. Conozco varios casos de personas que heredaron la plaza de su padre, madre o hermano.
Una de esas plazas era de bombero en una de las refinerías del país. La heredera, por cierto, estudió una carrera profesional, que por supuesto nunca ejerció. Prefería montarse todos los días en un overol, ponerse botas y casco, porque de su especialidad aunque estuviera en una oficina, nunca iba a ganar lo que cobraba en Pemex. La mayor gravedad del caso es que casi siempre se la pasaba barriendo. Sí, una barredora bastante cara. Los otros ejemplos que tengo son bastante parecidos, y a esos y muchos otros hay que añadir los trabajadores y funcionarios corruptos que se han enriquecido robando a la paraestatal.
En mi opinión, deberíamos seguir el esquema que se hizo con otras paraestatales, cuyos activos se privatizaron y con ellos se garantizó la pensión de los trabajadores, creando un fideicomiso para ello. No se vale que así cómodamente, la pensión de los trabajadores, muchos improductivos como el caso de la bombera-barredora, se nos endose a los paganos de siempre.
Mientras continuemos en nuestro país alimentando la cultura de vivir del subsidio y no generemos las condiciones para facilitar la creación de empresas, una gran mayoría seguirá buscando el camino más cómodo para sobrevivir con cargo a quienes somos causantes cautivos en este país.
P.D.
La Asociación de Terminales y Operadores Portuarios (ATOP), que preside Germán Tirado, realizará en septiembre próximo su congreso en el puerto de Veracruz. El enfoque será aprovechar la oportunidad para dialogar con las autoridades sobre los proyectos que vienen en materia de infraestructura, pero con un enfoque alineado con el crecimiento económico del país.
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