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La reunión del pasado martes 30 de mayo entre representantes del comité directivo de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar) y los directores de las Administraciones del Sistema Portuario Nacional (Asiponas) de Ensenada, Manzanillo, Lázaro Cárdenas, Altamira y Veracruz, en conjunto con el subsecretario de Marina, José Luis Arellano Ruiz, sirvió para sentar las bases de un principio de entendimiento por parte de los nuevos funcionarios portuarios sobre las necesidades y la naturaleza de las operaciones que tiene el autotransporte en los recintos portuarios.
A decir de algunos de los participantes, en dicha reunión se llegó al establecimiento de puntos a resolver para agilizar las operaciones portuarias con las autoridades de las aduanas también, a efecto de que todos hagan su trabajo de mejor manera, sin afectar gravemente las operaciones de los otros actores de la cadena logística. La iniciativa partió también de la intención de desactivar movimientos similares a los que se dieron en el puerto de Veracruz, primero, y luego en Manzanillo, que ya se estaban gestando por parte de los operadores del autotransporte, ante las largas filas que deben de hacer sin servicios sanitarios, espacio para tomar alimentos y las altas temperaturas que deben de soportar para cumplir con su trabajo.
Las caras, comentan nuestras fuentes, no eran precisamente amables por parte de los funcionarios portuarios; en particular, a quien se le veía más incómodo era al director del puerto de Veracruz, Romel Eduardo Ledezma, quien se ha caracterizado por la distancia oceánica que ha puesto entre él y los actores del puerto, y a quien le bloquearon el recinto hace tres semanas debido a que un día sí y el otro también, se hace que la virgen le habla cuando los cesionarios y usuarios del recinto portuario lo buscan para tratar temas concernientes a la operación.
Hoy las señales de que la voluntad está comenzando a cambiar con la llamada al orden y el entendimiento por parte de los jefes de la Secretaría de Marina, se empieza a notar con la apertura de cinco de los nuevos andenes de revisión que tendrá la nueva aduana del puerto de Veracruz, los cuales ya están operando y han ayudado a disminuir de cinco a dos horas los tiempos de espera en las filas de acceso y de salida del puerto jarocho. Igualmente, en la colocación de baños móviles al interior del puerto que formaron parte de las exigencias de los operadores del transporte.
La intención es replicar los buenos ejemplos que ya están reportando resultados, sobre todo en los puertos de Ensenada y Manzanillo, donde las condiciones también han evidenciado operaciones caóticas que están generando costos excesivos a nuestro comercio exterior e ineficiencias que el consumidor termina pagando en productos más caros en el anaquel, y todo por no invertir lo suficiente en la tecnología que permite revisiones más expeditas.
Las caras largas también tuvieron que ver con la pena de que resultó más fácil para la Canacar lograr citas con el secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán, y el subsecretario de Marina, José Luis Arellano Ruiz, que con sus subordinados, los actuales directores de las Asiponas. Así las cosas por nuestros puertos.
Estoicismo a la de a fuerzas
Las empresas navieras y transportistas que trabajan para la paraestatal Petróleos Mexicanos otra vez viven el sufrimiento del Job bíblico ante la demora en el pago de sus servicios. Por enésima vez la paraestatal ha jalado la de por sí estrecha cobija para el pago de algunas otras de sus prioridades, como por ejemplo las obras de los proyectos presidenciales en el sistema de refinación nacional, y ha descobijado con ello a muchos de los prestadores de servicios de transporte, exigiendo de nueva cuenta de ellos la resiliencia que en otros periodos igualmente han tenido que ejercitar.
Literalmente el mensaje es: “no le tengan miedo al dolor”, “no se dejen dominar por el deseo”, “prescindan de los bienes materiales”, “vivan en la pobreza franciscana”, al pasar de 45 y 60 a 180 días los plazos para la liquidación de sus facturas.
Lo peor es que cuando uno ve los estados financieros de la paraestatal, lo único que ocurre es que su deuda crece como la espuma, y aquel cuento de que extraer petróleo es tan sencillo como poner un popote y ya, tal parece que nomás no se cumplió y que sí es más complicado que eso.
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