Por Bismark Uribe*
Muchos empresarios del autotransporte buscan al dar el paso de crear un Gobierno Corporativo (GC) delegar a alguien de confianza, con mayor preparación, hacer el trabajo duro y a la par, poder mantener sus privilegios económicos.
Cuando la concepción del GC es equívoca e inicia con diferentes objetivos para las partes, a la larga, la relación entre éstas se va desgastando hasta romperse, creando un caos y mucha confusión entre los accionistas y los empleados al quedar en medio de la actual administración y la anterior.
El proceso no solo impacta a la persona contratada y al contratante, ya que si en el proceso se inyecta la semilla de cómo deberían ser las reglas del juego, sobre todo a los accionistas pasivos (aquellos que no participan en la actividad de la empresa), el impacto puede ser la chispa que detone un rompimiento interno de la relación entre ellos y que al final lo poco o mucho construido a favor de la empresa, termine en consecuencias contraproducentes.
La relación de los accionistas pasivos con el familiar que lleva la administración de la empresa siempre es ciega, ocasionalmente con algo de recelo de si estuviese haciendo bien las cosas o si se pudiera mejorar. La información en ocasiones es casi nula o muy parca, es decir, resaltando los temas más sobresalientes, pero minimizando los problemas reales que tienen grandes consecuencias.
Debemos reconocer que las empresas para poder permanecer deben buscar evolucionar, los mercados suelen cambiar sin previo aviso y la poca planeación y análisis de los factores externos e internos que golpean a las empresas en crecimiento, ocasiona que éstas tengan que retroceder, reestructurarse o hacerse más pequeñas para permanecer.
Entonces, ¿cómo lograr iniciar un proceso de gobierno corporativo y al mismo tiempo mantener privilegios?, ¿cómo mantener la empresa que con tantos años y sudor se ha logrado construir y mantener a toda su gente?
Los privilegios que mantienen a un empresario vivo y en constante persecución de sus sueños es su libertad en la toma de decisiones sin ataduras y sin procesos complicados. Tomar la decisión de si invertir en 20 unidades en un mismo mes para aprovechar una oferta fantasma del dealer, o cambiar de giro para servir a la industria del combustible, por creer que es una oportunidad que lo catapultará a las grandes ligas.
Otros privilegios indiscutibles son el uso de la tesorería para fines personales. Si hay dinero en caja es porque lo puedo tomar para mis proyectos personales y si no, hay formas de presionar al departamento de cobranza para que lo genere, ya que necesitan pagar un enganche para un auto nuevo o para un nuevo hobby.
Y qué hay del privilegio del poder que te da la gente que ha trabajado para la empresa por mucho tiempo. Aquellos que se ganaron la confianza pero que nunca fueron evaluados, que nunca tuvieron metas y que aun así fueron ganando espacios dentro de la organización gracias a la buena relación con el dueño.
El accionista que administra y opera la empresa deberá reconocer que habrá privilegios que debe perder promoviendo un GC, ya que por mucho tiempo ha dañado a la organización y que, a pesar de ello, ésta se ha mantenido, pero seguir igual no ayuda para evolucionar y dar el siguiente paso para un crecimiento sostenido y de largo plazo.
El empresario actual que desea o debe dejar las riendas del negocio a un profesional, primero debe entender y reconocer los vicios que por mucho tiempo ellos han intensificado y mantenido en la organización, los mismos que tendrá que modificar para su propio beneficio y de la empresa. Delegar a un tercero no es perder control de la empresa, y para el nuevo administrador no debe convertirse aquella experiencia en una suerte de dormir con el enemigo.
Es una nueva etapa donde se deberán construir los procesos para siempre estar enterado de los avances de los planes escritos de inicio a fin de año en la organización. Entender que no hay un retiro permanente sino un cambio de rol y que para las áreas o departamentos que no tienen un entendimiento claro, invitar al consejo de administración a quienes sí lo tienen para formar un equipo de trabajo de seguimiento y vigilancia.
Por otro lado, es importante entender que de aquí en adelante quien sea que lleve las riendas de la empresa, deberá dar cuentas a los accionistas, no solo de los resultados sino del plan estratégico de corto, mediano y largo plazo. Deberá cumplir con ciertas reglas para la toma de decisiones, la cual no solo deberá recaer en una sola persona, sino en un proceso según el peso y contar con un análisis previo del impacto de la inversión o del cambio de mercado deseado. Es decir, la creación de los órganos de gobierno que ayuden a llevar un proceso en donde los departamentos que son impactados participen de manera activa y nunca sean ignorados de la toma de decisiones de alto nivel estratégico.
Es de sabios reconocer que una empresa se convierte en una “persona” única que tiene vida propia al momento de ser creada y que cuenta entre sus dependientes externos no solo a los accionistas, sino también a proveedores, acreedores y los mismos empleados que merecen el mismo respeto. Cumplir con los requerimientos de la nueva comunidad que ahora depende de ella es estar en el camino correcto. No hacerlo, se convierte en una visión de corto plazo, destinada al fracaso o al poco o nulo crecimiento, con muchos tropiezos durante su estancia en un mercado con grandes y muy desafiantes retos.
*Bismark Uribe es consultor de empresas de transporte, con más de 18 años involucrado en el sector financiero y de autotransporte.
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