Conforme leo las noticias sobre lo sucedido, muchas de ellas presentadas como titulares en algunos de los más importantes medios del orbe, no dejo de pensar en una palabra: ¡paradoja!
Y es que me parece completamente contrario a la lógica que en tiempos en los que más turistas, viajan más lejos y frecuentemente y muy posiblemente con más capacidad de compra que nunca, uno de los más prestigiados y competitivos operadores, con un historial, se dice fácil, que data del año 1841, simple y sencillamente no haya logrado ser rentable.
La pregunta es obvia: ¿A qué se debe que Thomas Cook haya finalmente terminado en la bancarrota?
Tal y como sucede en el caso de una catástrofe aérea las causas pueden ser diversas. Se habla de su incapacidad de adaptarse a los nuevos tiempos que los canales de distribución por medio del Internet han impuesto, del impacto en las tarifas y la oferta de las aerolíneas “low cost”, de la facilidad de contratar hospedajes alternativos (Airbnb, por ejemplo) y armar personalmente sus “paquetes” en sus computadoras por parte de los turistas, de su estrategia de emplear onerosos puntos de venta con altos costos de renta y operación y hasta de las consecuencias del Brexit.
Mi teoría agrega a todo lo anterior el hecho de que la estrategia de algunas agencias de viaje se convertirse en aerolíneas, es decir, de operar sus propias aeronaves, es como todo lo relacionado con el aerotransporte un negocio, por decir lo menos, extremadamente arriesgado.
Versiones que apuntaban a que los dueños de Thomas Cook habían estado tratando de deshacerse de su división aérea para concentrarse nuevamente en ser tour-operadora parecieran validar mi punto, como me da impresión lo hace el estudiar la historia y evolución de operadoras similares, como las españolas Oasis y Pullmantur.
Lo cierto es que el colapso de Thomas Cook marca un antes y un después, más que en el negocio del aerotransporte, en el segmento de las operadoras turísticas, algo que me obliga a plantear otra pregunta: en el hipotético caso de que los dueños de las acciones de las empresas que conforman lo que conocemos como Magnicharters y Magnitur decidiesen crear una tenedora y cotizar en Bolsa, ¿cómo se habría comportado el valor de sus acciones ante las noticias del destino de la británica? No creo que muy favorablemente.
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