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Recupero una nota que mis editores me hicieron el favor de publicar a mediados de octubre del año 2019, en la que literalmente me quejé de la mala calidad de los legisladores mexicanos, comentando sobre las consecuencias de sus acciones y decisiones en actividades a veces tan importantes, complejas y por ende difíciles de entender y regular como son la aviación civil y su derivado el aerotransporte.
La falta de conocimientos y experiencia por parte diputados y senadores sobre las realidades técnicas y económicas de la industria, o por lo menos, el desaseo y premura de su labor legislativa, y eso que aún no tenemos representantes sociales con apenas 18 años de edad, siguen afectando a la aeronáutica mexicana, llevándonos a aberraciones como aquella contenida en la Fracción Sexta del Artículo Segundo de la Ley de Aeropuertos, que de acuerdo a lo publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 3 de mayo, ahora establece que: “Los aeródromos civiles que tengan el carácter de aeropuerto únicamente pueden prestar servicio a las aeronaves de transporte aéreo regular” lo que contrasta con lo que leía el mismo ordenamiento, y cito nuevamente: “Únicamente los aeródromos civiles que tengan el carácter de aeropuerto podrán prestar servicio a las aeronaves de transporte aéreo regular”.
Pifia causada por un desvelo o extremo cansancio, o de plano, un cambio que atiende un nuevo rumbo en la política aeronáutica por parte del actual Gobierno federal, lo cierto es que la lectura puntual de lo ahora dispuesto en el ordenamiento jurídico en comento, por lo menos a este analista le hace pensar que a partir del 4 de mayo de 2023, las operaciones, por ejemplo de los vuelos no regulares y los de la aviación general, incluyendo las de la rama ejecutiva, no están permitidas en los aeropuertos mexicanos.
¿En serio ya no se van a permitir chárteres en Cancún, ni jets ejecutivos en Toluca?
Posiblemente en los días venideros habrán discursos, debates, aclaraciones o acciones por parte de diversas entidades y voces que reviertan o corrijan lo ordenado. ¡No lo sé! Lo que definitivamente me queda claro es que lo que leí en el Diario Oficial de la Federación refuerza la hipótesis que he venido sosteniendo desde hace varios años en el sentido que si bien necesitamos mejor normatividad acompañada de una adecuada aplicación, debemos comenzar por tener mejores redactores, sean quienes sean y voces de mucha mayor calidad en ambas cámaras de nuestro Congreso de la Unión, algo que solamente puede ocurrir en la medida en la que emanen candidatos idóneos que los ciudadanos votemos con la cabeza, más que con el corazón, filiación partidista o el sistema digestivo.
Habrá que estar pendientes de la evolución del tema. Sobra decir que hay mucho en juego en torno a él.
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