Y es que, tal y como lo he comentado en algunos espacios, caso de los del Grupo T21, que en esta oportunidad me alberga, la aviación, gracias a su velocidad y alcance global, tiene el potencial de contribuir al fin de la humanidad, al facilitar, tal y como ha ocurrido con el Coronavirus, la propagación de mortales enfermedades y plagas.
Además de los servicios de salud, una de las actividades más afectadas por la pandemia es el turismo, sector en el que el aerotransporte juega un papel vital. De esta manera, irónicamente, la aviación comercial no solamente es señalada como uno de los grandes culpables de lo que está ocurriendo en el mundo, sino también considerada como una de sus principales víctimas, al grado de estar pagando por los platos rotos, tanto los que no rompió, como los que sí.
Los números de cancelaciones de vuelos derivados de la baja demanda (justificada o no), o de las restricciones sanitarias que impiden ciertos vuelos en determinados mercados, y los impactos financieros en el seno de las aerolíneas, sus proveedores de servicios y en general de toda la industria del aerotransporte y el turismo, incluyendo los aeropuertos, son impresionantes; la crisis del COVID-19 se está convirtiendo sin duda, en la peor debacle económica del sector aéreo de la historia y su impacto, puede resultar catastrófico para muchas compañías. Es más, ya se habla de la quiebra, inclusive de las grandes aerolíneas, algo que evidenciará la fragilidad o fortaleza de esta industria y en una de esas forzará a reinventarla.
Más allá de lo irónico en todo esto, viene lo paradójico para una industria en la que se opera en base a calendarios programados con suma anticipación, en especial dado el valor de los activos que emplea (aviones) y la complejidad de sus relaciones laborales (pilotos y sobrecargos, por ejemplo) y ahora se ve forzada a ser extremadamente flexible en todos los sentidos para sobrevivir.
Y hablando de supervivencia, creo que sobra decir que la crisis de la pandemia del COVID-19 nos está forzando a todos los humanos a valorar lo que realmente es importante, comenzando por la salud.
Hago votos para que la mortal tormenta pase más pronto de lo que algunos analistas suponen pasará. Espero ahora sí tener la razón.
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