No hace ni 48 horas desde que se dio a conocer la abrupta y contundente decisión del gobierno canadiense de imponer nuevas restricciones para la entrada a ese país por parte de ciudadanos mexicanos, medidas que tienen mucho que ver con el exceso de paisanos que intentan afincarse no solamente en Canadá, sino emplear su enorme y hay que decirlo, poco resguardada frontera con los Estados Unidos para no tener que cruzar el río Bravo, y que incluyen la necesidad de contar con un visado y ya se habla de importantes reducciones en la oferta de asientos de las aerolíneas fuera del segmento que atiende la demanda turística desde Canadá a México, que en mi opinión, no se verá tan afectado como en la México-Canadá, caso de Aeroméxico y Air Canada, en las que destacan sus vuelos entre el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y destinos en el país de la hoja de maple como Montreal, Toronto y Vancouver, mismos que atienden además del turista, al hombre de negocios, al estudiante y a quien visita esas tierras para ver a familiares.
Recordemos que una de las principales razones por las cuales la entonces gran aerolínea bandera japonesa Japan Airlines dejó de aterrizar en el AICM en el año 2009, luego de 37 años haciéndolo, fue que el Boeing 747-400 con el que operaba la ruta entre Tokio (Narita) y el AICM realizando escala en el aeropuerto de Vancouver resultaba demasiado grande sin el tráfico de quinta libertad que se generaba entre la hermosa ciudad de la Columbia Británica y la capital mexicana, mismo que virtualmente se extinguió conforme el gobierno de Ottawa decidió aplicar el mismo tipo de medidas preventivas de migración como las que está aplicando en el 2024. De esta manera, carente aun de un avión capaz de hacer el vuelo México-Tokio sin requerir una escala comercial, la aerolínea en comento se fue de este mercado, dando paso a que, disponiendo de las aeronaves adecuadas, en particular el Boeing 787, aerolíneas como ANA y Aeroméxico se hicieran cargo del segmento, la primera a partir del año 2016 y la segunda desde 10 años antes, pero originalmente con equipos Boeing 777-200, 767-200 y 300, haciendo por ahí alguna escala técnica en Tijuana, Baja California.
En el seguimiento de notas que mantengo, registro por lo menos 15 comentarios editoriales firmados por este columnista en el que intento destacar la importancia que tiene en el desarrollo de la aviación civil internacional el libre tránsito en los aeropuertos y las fronteras de pasajeros, carga, tripulaciones y equipos de vuelo, algo contra lo que sin duda atenta la imposición de visados como los que el gobierno de Justin Trudeau ha dispuesto contra mis conciudadanos.
Seguramente algunos lectores estarían de acuerdo con la posibilidad siempre presente y más en el marco de un gobierno populista, reactivo, ultranacionalista y miope como el de López Obrador que, atendiendo principios de reciprocidad, por cierto, válidos, el gobierno mexicano decidiese “aplicársela” también a los canadienses. Afortunadamente no hay señales que ello vaya a ocurrir y digo afortunadamente debido a que no se necesita ser un experto del turismo para comprender el impacto negativo en destinos como las penínsulas de Baja California y Yucatán, además de las costas de Jalisco, Nayarit y Sinaloa que la cancelación de viajes de turistas canadienses a los que se les estaría solicitando visado para ingresar a México tendría en su economía.
Así las cosas en el cada día más complicado escenario geopolítico mundial en el que para no variar, el aerotransporte internacional es una de las industrias que más platos rotos tiene que asumir. Por lo pronto, a olvidarnos en la mayoría de los casos de ir a visitar, ya no disneylandia, sino ahora también las Cataratas del Niagara… ¡Lamentable!
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