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En una noticia dada a conocer por varios medios internacionales el pasado 10 de abril, se informa que la aerolínea norteamericana United Airlines reducirá el próximo verano en un 12% su oferta de vuelos en unas de sus principales bases de operación, citando, entre otras razones operativas, pero de manera relevante, la falta de controladores de tráfico aéreo en el Aeropuerto “Liberty” de Newark, Nueva Jersey, que es, además, un importante elemento en el sistema aeroportuario de la zona de la Ciudad de Nueva York y en cuyos cielos se registran históricamente algunos de los mayores congestionamientos de aeronaves en el orbe.
Coincidentemente, el día 13 del mismo mes, una nota publicada en el periódico Reforma da cuenta de la solicitud por parte de los pilotos colegiados mexicanos para que se atienda la falta de controladores y las peligrosas excesivas jornadas a las que están sujetas en nuestro país.
Tal y como lo comenté en una nota fechada el 15 de julio de 2019 publicada en este portal de noticias, el tema de la falta de controladores supone una seria limitante al desarrollo de la aviación civil a nivel mundial, impactando no solamente en la crítica variable de la seguridad de las operaciones, sino también en los importantes temas de la eficiencia operativa y la sostenibilidad.
La decisión de United me parece que debe recordarnos la magnitud de la problemática en la provisión del servicio de control de tráfico aéreo a nivel global en el que se han combinado factores como el que una enorme generación de profesionales en la materia simple y sencillamente han decidido o han debido jubilarse, el no haber formado a tiempo a quienes los reemplacen o que el mal ambiente laboral en el seno de algunas compañías proveedores de este tipo de servicios desalientan a los posibles interesados en sumarse a la profesión.
No hay que olvidar que como toda actividad de carácter técnico, la labor de un controlador de tráfico aéreo supone no solamente aptitud física y cognitiva, sino también capacitación y mucha, pero mucha experiencia y supervisión.
Algo me dice que el caso de Newark no será el único y que pronto nos enteraremos de más reducciones en el número de vuelos; ya sea una aerolínea que decida no operar en un aeropuerto o que los administradores o reguladores de dicha facilidad y su espacio aéreo decidan imponer esto derivado de falta de controladores.
Dicho en otras palabras: ante la inacción de la autoridad nacional competente, la escasez de hombres y mujeres que con sus ojos, desde una torre de control u observando la pantalla de un radar velen por la seguridad en el espacio aéreo ha superado la capacidad de algunas entidades encargadas, permitiendo, por lo menos a este analista afirmar que ahora sí el futuro ya nos alcanzó.
Y, ¿qué sugiero para corregir la situación?
En lo posible reforzar y acelerar las acciones correctivas en las geografías en las que ya se han implementado, mientras en las que no se ha hecho lo anterior y ya habían antecedentes de la problemática, llamar la atención a las autoridades nacionales aeronáuticas de manera enfática para abordar a la mayor brevedad la materia, no hacerlo es poner en peligro vidas e inversiones.
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