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De una vez aclaro que no es que quien firma esta nota tenga información de primera mano que le permita asegurar que Aeroflot, la aerolínea bandera de la Federación Rusa, estaría por volver a operar vuelos regulares de pasajeros y carga en la ruta Moscú-Ciudad de México (por ahí con escala en Cancún o La Habana), tal y como lo hizo por un par de décadas entre mediados de los años 70 y los 90. Lo que es cierto es que tengo razones para poner sobre la mesa la posibilidad real de que ello suceda, quizás más pronto de lo que uno puede pensar, origen de este comentario editorial.
¿Cuáles son mis razones?
Creo que para nadie es ya un secreto y más mediando la reciente visita a Moscú de un integrante tan importante del gabinete federal actual, y posiblemente del futuro, como es Marcelo Ebrard, que las condiciones están dadas políticamente hablando para un entendimiento cada vez más estrecho entre el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y el del presidente de Rusia, Vladimir Putin, algo que podría traducirse en el corto plazo en crecientes intercambios comerciales, turísticos, militares, culturales, sanitarios y políticos, tal y como la historia del aerotransporte internacional ha registrado y más en el caso de aerolíneas bajo el control estatal caso de Aeroflot, bien podrían incentivar la demanda de capacidad aérea en materia logística y de asientos entre las capitales de ambas naciones y así justificar el reinicio de los aterrizajes de dicha aerolínea en alguno de los aeropuertos que atienden o están por atender la demanda de aerotransporte del Valle de México.
Y es que si bien uno podría pensar que dado el hecho de esta histórica operadora aérea rusa es parte de la alianza SkyTeam, en la que Aeroméxico participa, y que ambas compañías tienen celebrados entre sí sendos acuerdos comerciales involucrando inclusive la figura del Código Compartido en ciertas rutas, lo cierto es que en una de esas y de manera muy solidaria con el proyecto de nación de la actual administración federal mexicana, la que ganó la batalla a las aerolíneas británicas y francesas de inaugurar la era de los vuelos supersónicos comerciales podría emplear en caso de finalmente decidir aterrizar de manera regular en el Valle de México al nuevo Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles”, actualmente en construcción en Santa Lucía, Estado de México, tal y como siento podrían hacerlo las aerolíneas bandera de Argentina, Bolivia, Cuba o Venezuela en un eventual escenario que les permita regresar a un mercado (el de la Ciudad de México) que ya han atendido en el pasado.
¿Y por qué no Aeroméxico a Moscú en lugar de Aeroflot?
Quien esté de acuerdo conmigo en que la sustentabilidad de un servicio aéreo no necesariamente se refiere a la rentabilidad financiera que se obtenga, sino también -para muchos gobiernos- a la necesidad de garantizar, cueste lo que cueste, cierta conectividad, entenderá por qué no me imagino a una empresa de capital mayoritariamente norteamericano y con un perfil tan marcadamente dirigido al éxito financiero como la del “Caballero Águila” operando regularmente, en el Aeropuerto Internacional Sheremetievo u otra terminal aérea moscovita, procedente de un aeropuerto mexicano.
Lo que me queda claro es que de darse los vuelos de Aeroflot al Valle de México estarán en la lupa de ciertas agencias de seguridad y comercio al norte del Río Bravo, digo, por ahí de Washington, D.C. y de una “Casa Blanca”, para ser más específicos.
Ya el tiempo dirá si esta entrega se convierte en una nueva acertada predicción o por el contrario en un nuevo desacierto por parte de este analista, al que es bien conocido por quienes le otorgan el privilegio de leerle, a veces le gusta jugar “al adivino”, algo más interesante y entretenido -honestamente piensa, que simple y sencillamente dedicarse a comentar o a replicar una noticia ya publicada.
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