En torno a las que alguna vez fueron calificadas entre las mejores instalaciones de Operador de Base Fija (FBO) del mundo, localizadas sobre lo que alguna vez fue la pista 13-31, hacia el lado oriente del perímetro del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), la compañía Transportes Aéreos Ejecutivos, S.A., mejor conocida como TAESA , construyó a comienzos de la década de los noventa del siglo pasado la que para quien firma esta nota debe ser considerada como la primera aerolínea de bajo costo de México y una de las mejores charteras de América Latina.
La verdad es que me encantaban esos 2 hangares diseñados más bien para aeronaves de la aviación ejecutiva que de la comercial, unidos entre sí por un módulo de salas de documentación, oficinas y salas de espera propio del primer mundo, en los que tuvieron lugar algunas de mis primeras experiencias en materia de comercialización y operación de fletamentos. Es más, fui testigo hacia el año 1990 del comienzo de la transformación de la empresa otrora básicamente en el segmento de los taxis aéreos y chárteres cargueros en una original operadora regular nacional e internacional de pasajeros y carga.
De esta manera los Lockheed JetStar, los Grumann II o los LearJets de diversos modelos a cargo del capitán Alberto Abed y los suyos, dieron paso a los Boeing 727, 737, 757, 767 Douglas DC-9 DC-10 etc., que integraron la flota de una revolucionaria y controversial operadora cuyo eslogan publicitario decía que con ella volar “te cuesta menos, mucho menos”, colmando de oficinas y personal sus instalaciones en el AICM, las que abandonó en el año 2000 ante su veloz y determinante fin de operaciones luego de un lamentable accidente en Uruapan, Michoacán, dando paso a que otra aerolínea a la que me gusta definir como la TAESA II, es decir Líneas Aéreas Azteca, se hiciese de ellas en su también efímera y malograda operación.
Hoy día algunos Sukhoi Superjet 100-95 de Interjet, para efectos prácticos abandonados, son los que ocupan dichas plataformas como esperando pacientemente la decisión final respecto al futuro de su tercera y muy posiblemente también fallida ocupante.
¿No será que esos hangares están salados? Me pregunto.
Todo es posible, pero la verdad es que ese 3 a 0, es decir 3 fracasos contra ningún éxito que han registrado las aerolíneas que los han empleado me hace pensar que seguramente la suerte no está del lado de esa infraestructura que ahí está, descuidada y desperdiciada, dando además una pésima imagen de algunas tristes realidades del aerotransporte mexicano.
A ver quién es el nuevo valiente en establecer una base de operaciones en esos hangares, claro está, una vez que se liberen del cúmulo de procesos legales con los que seguramente están vinculados.
Lo cierto es que, en caso de reapertura, antes que nada, mi recomendación para los correspondientes administradores es que contraten los servicios del brujo mayor de Catemaco, Veracruz, para que les haga un ritual de limpieza y sanación, eliminando así algunos fantasmitas del pasado.
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