Creo que hay mejores maneras de procurar más avanzadas aeronaves o cambiar el rumbo de una organización que invertir casi 30 billones de euros en el desarrollo de una aeronave que terminará siendo producida apenas por 20 años, en los que no superará los 290 ejemplares vendidos, con las pérdidas económicas que ello supone.
Algo similar ocurrió con el supersónico anglo-francés Concorde, aeronave que estoy seguro que tanto los directivos e ingenieros que la hicieron posible, como sus patrocinadores, llámense gobiernos y quienes entonces pagaban impuestos en el Reino Unido y en Francia, sabían que jamás sería financieramente rentable, pero que le daría la oportunidad a los europeos, tal y como efectivamente sucedió, de recuperar su prestigio en la industria aeroespacial global, sentando además, gracias a su proceso colaborativo las bases para la creación de Airbus a partir de su histórico A300, solo que con la pequeña diferencia que la Airbus del siglo XXI para la que se concibió el A380 se supone que ya debería ser rentable.
Así, una declaración como la de Faury suena más bien a las palabras de un político tratando de justificar lo que a todas luces es un fracaso, por lo menos comercial y financiero, que a lo que se podría esperar del más alto ejecutivo del segundo fabricante aeroespacial más importante del orbe.
Pero siendo un poco más justo con él, quizás no le estoy dando el peso que merece al hecho de que al final de cuentas, Airbus, convertida en lo que se haya convertido, es una empresa aún muy ligada a los intereses soberanos y por ende políticos de Europa, de ahí que a nadie debe sorprender que Faury, como buen ejecutivo europeo y más al frente de un conglomerado multinacional en el que los sindicatos, los gobiernos y la opinión pública local tienen tanta influencia, haga esfuerzos para maquillar lo que sea necesario, con tal de preservar la imagen de una empresa tan importante para el orgullo de todo un continente, de por sí orgulloso.
El desarrollo de cualquier aeronave supone un costosísimo proceso que puede arrojar o no los resultados esperados; todo depende de los objetivos de quien la desarrolla, los cuales pueden ser estratégicos, militares o políticos, más que financieros. Sin embargo, considero que a la luz de sus ventas, las cifras del costo de desarrollo del A380 son alarmantes y no se pueden esconder en medio de simples declaraciones.
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