No me sorprende y menos los culpo; la experiencia de estar al mando de una aeronave es verdaderamente maravillosa y ellos, gracias a sus medios económicos pueden hasta volar sus propias aeronaves.
La lista de figuras públicas que son pilotos resulta más larga de lo que pudiéramos pensar. Quizás usted no lo sepa estimado amigo lector, pero la gran pasión del actor norteamericano John Travolta no es la actuación, sino la piloteada, al grado que es propietario de toda una flota de aeronaves, incluyendo el que bien podría ser el último Boeing 707 de pasajeros volando en la actualidad.
Es más, Travolta está tan “loco” por los aviones que le puso como nombre “Jett” a su primer hijo. A los corredores de autos les encanta volar aviones, uno de ellos, el austriaco Nikky Lauda llego hasta ser dueño de su propia aerolínea. El finado Rey Hussein de Jordania gustaba de pilotear las aeronaves en las que se transportaba.
El problema con las figuras públicas y los aviones es que cuando “algo” les sucede a bordo de un avión, la publicidad que el vuelo humano recibe resulta por demás negativa.
Bastante trabajo sigue costando convencer al público que la aeronáutica es segura, como para que llegue un Pedro Infante y se mate en los controles de un Consolidated B-24J carguero en Mérida, Yucatán en el año 1957; o que una figura tan conocida mundialmente como el actor norteamericano Harrison Ford (Indiana Jones) casi le pase lo mismo, tal y como le acaba de ocurrir hace unos días al mando de un hermoso Ryan PT-22 que recién había despegado del Aeropuerto de Santa Mónica, California.
Jackie Kennedy viuda del célebre presidente norteamericano, estaba aterrada con la idea de que su hijo John Jr. obtuviese su licencia y se comprase una aeronave; tenía razón ya que John perdió la vida con su esposa y cuñada en el año 1999 en una aeronave Piper Saratoga que el piloteaba cerca de Martha´s Vineyard, Massachusetts, contando con apenas 53 horas en su bitácora.
Esa falta de pericia aeronáutica que le costó la vida era bien conocida al grado que se le atribuye haber dicho: “No soy un Lindbergh pero sé lo que hago en un avión”. Otro John, pero de apellido Denver, un famoso cantante de Música Country también se mató en Monterrey, California, piloteando en 1997 su Rutan Long EZ.
¡Pero cuidado! Al hablar por ejemplo de un Pedro Infante, un John Travolta o de un Harrison Ford estoy hablando de consumados, experimentados y bien entrenados aviadores; figuras aeronáuticas de primer nivel.
Baste decir que si Ford logró sobrevivir a este su tercer accidente como piloto, se debió en buena medida a que supo qué hacer en caso de emergencia, algo que en mi opinión puede matizar el impacto publicitario negativo en torno a la aeronáutica, resaltando las virtudes de la experiencia y la capacitación a la hora de atender eventuales contingencias al mando de una aeronave.
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