No hay que confundir al C-130 con otro “Hércules” histórico y famoso: el Hughes H-4, también conocido como “Spruce Goose”. Este turbohélice de cuatro motores es una de las aeronaves más populares de la historia y es quizás la que mejor define el concepto de logística aérea, toda vez que gracias a su diseño se ha convertido en el principal aerotransporte táctico empleado por las fuerzas armadas de más de 70 naciones, entre ellas 11 latinoamericanas incluyendo las de México, en donde se tienen registrados cinco ejemplares.
Me entero, no con sorpresa pero definitivamente con agrado, que Lockheed Martin estaría en negociaciones con sus clientes para certificar y producir una nueva y mejorada versión comercial del transporte militar C-130J, designada LM-100J, con el fin de reemplazar los L-100 o “Hércules comerciales” actualmente en operación y que, por cierto, no llegan ni al centenar. La producción tendría lugar en Marietta,Georgia, donde han sido producidos los dos mil 300 ejemplares, salvo dos prototipos que fueron ensamblados en Burbank, California, en 1954. Apenas 115 fueron L-100 y es que, como toda aeronave con ADN militar, operar un “Hércules” no es barato, de ahí que en materia civil las economías se logren solamente cuando se le asigna a embarques de valor o voluminosos que tengan como origen o destino aeródromos con instalaciones demasiado limitadas para aeronaves de la categoría de las 20 toneladas o 140 metros cúbicos (caso por ejemplo del Boeing 727-200F), en los que el “Hércules” gracias a sus prestaciones sí puede operar. Estamos hablando de campos aéreos vinculados generalmente a la industria de extracción petrolera y minera.
Otro importante uso que se la ha dado al “Hércules” tiene que ver con el combate de incendios. Si bien una aeronave nicho en materia de aerotransporte comercial, la versión militar es utilizada desde el año 1957 en toda clase de misiones más allá de su papel tradicional de transporte de tropas y pertrechos. Actualmente los fabricantes Boeing y Lockheed Martin pelean por un contrato para desarrollar una aeronave que lo reemplace a partir del año 2030. El resultado será un excelente equipo que seguramente cumplirá sus propósitos, pero dudo que se convierta en el ícono que se ha convertido el C-130, simple y sencillamente porque el mundo y el ambiente aeronáutico civil y militar en el que se concibió el “Hércules” han cambiado radicalmente. Recordemos que al final de cuentas, si bien convertidos en hermosas piezas de ingeniería, los nuevos autos “Jeep” y los herederos del “escarabajo” de la Volkswagen nunca alcanzaron los niveles, ni han cambiado al mundo como lo hicieron sus predecesores. Algo similar ocurrirá en el aire.