Por segundo sexenio consecutivo, la industria de autotransporte de carga reporta un crecimiento aceptable, con una tasa de 2.9% durante el periodo 2007-2012 (gobierno del presidente Felipe Calderón), acelerándose aún más, hasta una media de 3.9% estimado para el actual sexenio (2013-2018).
En ambos casos, el ritmo ha sido superior al promedio nacional de 1.7% y 2.5%, respectivamente. Lo anterior demuestra que, en la medida que la economía general crece, la de transportes de carga suele ser más dinámica, observándose también caídas más notables cuando la economía está en un ciclo de contracción.
Este crecimiento ha requerido mayores financiamientos, no sólo de la banca múltiple, sino también de otras instituciones no bancarias. En este año 2018, la banca múltiple reporta un saldo crediticio de alrededor de 32 mil millones de pesos hacia esta industria, destacándose varios hechos importantes.
Primero, en el 2018, el crédito a esta industria crecería alrededor de 13% real, una tasa significativamente superior al 5.0% de la media nacional, de lo que se desprende que en este sexenio el crédito a esta industria habrá crecido más de 20% real promedio anual vs solamente 7.5% para la media nacional.
Por segundo sexenio consecutivo, el crédito al autotransporte de carga crece a ritmos superiores al promedio nacional, lo que significa una mayor bancarización de esta industria, así como una disposición de la banca a canalizar recursos a una industria que crece dinámicamente.
Segundo, a pesar del gran dinamismo del crédito a esta industria en los recientes dos sexenios, aún se trata de una industria muy poco apalancada, medida ésta a través del crédito como proporción de su propio PIB. En efecto, en este año, su nivel de crédito sería equivalente a sólo 4.5% del PIB de autotransporte de carga, una proporción significativamente inferior al 13.5% del apalancamiento general de la economía (crédito comercial vs PIB nacional).
Aunque este apalancamiento ha crecido desde sólo 1.1% del PIB en 2006, está un muy lejos de sus niveles históricos de alrededor de 15% a mediados de los años noventa, cuando sería afectada por la gran crisis macroeconómica mexicana de 1995. Complementariamente, el crédito a esta industria representa solamente 1.0% del crédito comercial a nivel nacional, mientras que su PIB equivale a 3.0% del PIB nacional, de lo que se concluye que estamos ante una industria con muy baja penetración crediticia.
Tercero, el bajo apalancamiento y la baja penetración crediticia de esta industria prácticamente garantiza que los bancos y las demás instituciones financieras pueden decidir por una mayor exposición crediticia hacia esta industria, sin necesariamente sacrificar su perfil de riesgo. Lo anterior significa que existe aún un gran potencial crediticio hacia esta industria.
Cuarto, la cartera vencida de la banca múltiple en esta industria asciende actualmente a alrededor de 750 millones de pesos; aunque ha aumentado en su valor nominal, es equivalente a 2.4% del portafolio de crédito de esta industria, una proporción aún moderada y sin representar un factor de riesgo para la banca mexicana.
Claramente, a nivel bancario (sin considerar las instituciones no bancarias), la fuente más importante de financiamiento de la industria de autotransporte de carga es la banca múltiple. El financiamiento proveniente de la banca de desarrollo es sólo marginal, con un valor o saldo actual de solamente mil 180 millones de pesos (cifra a mayo de 2018), mostrando un fuerte crecimiento a lo largo del actual sexenio. Aún sí, esta fuente es marginal y manteniéndose muy lejano de la cifra de la banca múltiple (alrededor de 32 mil millones de pesos estimados para este año).
En general, el perfil de riesgos de esta industria se ha mantenido estable y en niveles bajos. En el modelo Industry Risk rating (IRR), que califica el nivel de riesgo de todas las industrias en el país, el de autotransporte de carga se ubica actualmente en 4 sobre una escala de 1 (muy bajo) y 9 (muy alto). Por ocho años consecutivos (32 trimestres), el riesgo de esta industria se ha mantenido entre un mínimo de 2 y un máximo de 4. Solamente durante 2009 y el primer semestre de 2010 su nivel de riesgo se elevó hasta un máximo de 7 (alto), ello como consecuencia de los efectos de la recesión que enfrentó el país derivado de la crisis internacional.
Hoy por hoy, esta industria aún mantiene una perspectiva positiva, tanto en su actividad económica, en el crédito y en su perfil de riesgo. En general, sigue siendo una buena industria para los propósitos crediticios de las instituciones financieras, aunque hay que monitorear su desempeño, ya que recientemente su PIB ha crecido sólo moderadamente: 2.2% en el primer trimestre de 2018. Por lo demás, otros indicadores de esta industria mantienen cierta solidez y no ponen en peligro su perfil de riesgo.
Al margen de los factores anteriores, un tema que podría afectar el desempeño de esta industria se relaciona con el proceso de renegociación del TLCAN, a lo que podría sumarse la política arancelaria por parte de Estados Unidos. En efecto, si la cláusula automotriz del TLCAN (Estados Unidos quiere un mayor contenido regional) y los aranceles se concretan, estos podrían significar menores exportaciones para el país, lo que implicarían una menor transportación de carga hacia el exterior. Claramente, estos puntos representan un factor de riesgo para esta industria.
Sin embargo, la renegociación del TLCAN también ofrece oportunidades para esta industria, además de que, si la nueva administración del gobierno logra concretar los programas de inversión propuestos y esto se refleja en un mayor crecimiento de la economía mexicana, esta industria podría beneficiarse de manera inmediata.
Por Juan Pablo Urruchua (Chief Commercial Officer) en colaboración con John Soldevilla (Chief Economist).
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