La semana pasada nos enteramos que por enésima vez, nuestro país perdió posiciones en el escalafón de competitividad que realiza cada año el World Economic Forum (WEF). Del lugar número 55 que ocupamos en 2013, este año fuimos ubicados seis escalones abajo, es decir, ahora estamos en el ranking en la posición 61.
Esa ha sido una historia recurrente desde que se estableció este indicador allá por 1996 cuando nos ubicamos en el lugar 33. Este indicador pondera distintas variables, entre otras el equipamiento de infraestructuras estratégicas, que son clave para facilitar un negocio y atraer y retener inversiones. De ahí que no nos sorprende el descenso, aunque desde luego, molesta que al paso de los años, no seamos como país, capaces de hacer las cosas que se necesitan para mejorar en ese escalafón.
Sin embargo, por mucho coraje que nos dé, este indicador sirve para ubicarnos, y poder contrastar desde una visión más neutral y objetiva, cuál es nuestra verdadera realidad, que camina a contrasentido de los discursos de nuestros políticos, para quienes el país siempre marcha extraordinariamente bien.
Además, nos sirve para reflexionar sobre qué tan bien estamos ejerciendo el gasto de infraestructura. Si del año 2000 a la fecha lo hemos crecido como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) del 3% hasta el 4.7% que fue en 2012, algo estamos haciendo mal cuando en el ranking en cuestión en lugar de subir bajamos.
Ahí está el caso de la Línea 12 del Metro que costó mil 920 millones de dólares. La más cara hasta ahora, quizá por eso la llamaron también la “Línea Dorada” porque salió a precio de oro, y sin embargo; está sin operar en la mitad de su recorrido debido a un mal diseño de su trazo para el tipo de trenes que se compraron. Y ahora, con la reparación saldrá más cara todavía. Varios expertos han señalado que con menos dinero, habríamos podido tener esa línea en buenas condiciones y operando.
Ese es un ejemplo bastante visible de que el gobierno invierte mal.
En el tema logístico. En todos los años que tengo conociendo al sector, jamás he sabido que las decisiones tomadas por el gobierno en materia de infraestructura carretera o ferroviaria, partan de un estudio de orígenes-destino de la carga. Dónde producimos, y luego dónde distribuimos, debería ser una encuesta que se actualizara regularmente para establecer prioridades a partir de esa información y atender las necesidades urgentes en donde más se necesita.
Por ejemplo, en nuestro país no se le ha dado la prioridad que debería tener el ferrocarril de carga como el eje de nuestra logística para eficientar el movimiento de mercancías en nuestro territorio. Apenas esta administración contempla inversiones en la materia, como el acortamiento de la ruta entre Guadalajara y Aguascalientes, la modernización del Ferrocarril Chiapas-Mayab, cuyas vías se encuentran en muy mal estado, y terminar el libramiento férreo a la ciudad de Celaya, Guanajuato.
Pero de ahí en fuera, no hay más inversión programada para librar ciudades que le permitan al ferrocarril ser más competitivo en su velocidad promedio, o conectar mejor este servicio con puertos como Altamira, en donde el ferrocarril prácticamente es inexistente para la carga intermodal o los autos.
Siguiendo con los puertos. Ahora se habla de desarrollar más infraestructura, cuando sobre lo que más han llamado la atención los usuarios de los puertos es eficientar la segunda maniobra. Está claro que los puertos mexicanos son muy eficientes en la primera maniobra, pero el cuello de botella está a la hora de desalojar la carga del puerto. Primero por la mala conectividad que tenemos en ellos con el transporte terrestre, principalmente el ferroviario, y en segundo por los tortuosos procesos.
La responsabilidad de ello está repartida entre la burocracia de las aduanas y demás autoridades (Senasica, PGR y Semarnat), que entorpecen el despacho de las mercancías generando mayores costos.
Escuchar a los usuarios, principalmente a los grandes importadores y exportadores de este país, nos daría más certidumbre a la hora de decidir los proyectos estratégicos que en materia de infraestructura necesitamos priorizar.
P.D.
Hablando de infraestructura, finalmente será el próximo día 17 del presente cuando el Presidente Enrique Peña Nieto inaugurará el último tramo que quedaba pendiente de la autopista México-Tuxpan. Aún se tienen problemas en ella debido a lo inestable del terreno en algunas de sus partes, pero se ha trabajado a marchas forzadas para concluirla y que esté todo bien.
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