Antes de seguir adelante, quiero dejar claro ante mis estimados colegas logísticos dedicados a operar otros medios de transporte, caso del carretero, ferroviario o marítimo, que valoro enormemente dichas especialidades, tanto que en los últimos años y con motivo de alguna experiencia en materia académica, he tenido el privilegio de familiarizarme un poco más con su operación, descubriendo en el proceso características en todos ellos que justifican que de la misma manera que me ocurre con un avión, otros profesionales se maravillen, por ejemplo, con un larguísimo tren en una vía, un pesado tractocamión en un camino o un inmenso buque en las aguas.
Habiendo dicho lo anterior, me temo que debo ser honesto conmigo mismo y atribuirle al avión, quizás por el simple hecho de que al final de cuentas, aún hoy en día hay quienes afirman que el hombre no fue hecho para andar en el aire como las aves, mayor capacidad de llamar la atención del general de la opinión pública.
Es así que me atrevo a comentar en esta oportunidad cómo es que veo en la actualidad al avión, quizás con más frecuencia que nunca en el centro de atención, por lo menos a nivel mediático mundial.
Y es que luego de haber servido de principal vehículo dispersor de la pandemia, el avión ahora es visto como parte de la solución a la misma haciendo posible que vacunas, equipos e insumos médicos y medicinas aterricen, como el virus, en todos los rincones del mundo, las imágenes de esos cargueros resultan verdaderamente atractivas para los consumidores de noticias, como resultan, por lo menos en México, las de esos aviones civiles y militares aterrizando por primera vez en el nuevo aeródromo civil y militar de Santa Lucía.
Dado el morbo con lo que se suele manejar lo trágico y lo criminal, la figura de una aeronave es central por ejemplo en un bombardeo aéreo, en el combate de incendios, las audacias criminales del narcotráfico y claro está en cualquier incidente o accidente de aviación.
Para un aeronáutico como quien firma la nota, el que el avión esté en el centro de atención es tan buena o mala noticia como se quiera ver; por un lado, me da mucho gusto que se hable de aviones, pero me agradaría aún más que se hable de ellos por razones positivas como la magia del vuelo, el tamaño o prestaciones de los equipos o las contribuciones del medio al bienestar humano y no tanto por protagonismos en sucesos que no hablan muy bien que digamos de nosotros, caso de la guerra.
El reto para quienes de alguna manera formamos parte de lo aéreo y por ende nos vemos afectados positiva o negativamente por lo que sucede en torno a un avión, es asegurarnos que el mensaje que se envía al público respecto a su desempeño por medio de los canales de comunicación no se desvirtúe producto de la ignorancia, la manipulación o el amarillismo.
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