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Me queda claro que, si bien la gran mayoría de los lectores que llegan a favorecer esta columna que con mucho gusto procuro dotar de información interesante, tienden a gustar de los aviones, también me queda claro que siendo el medio que la alberga uno propio del sector del transporte en general, entre mis favorecedores seguramente puedo contar con prestigiados operadores de autotransporte, de ahí que esta entrega va dedicada a ellos.
Comienzo por hacerles una pregunta: ¿Se animaría usted a cambiarle de motor, con tal de mantenerla operativa, a toda una flotilla de camiones, construidos, no digamos hace 20 o 30 años, sino hace 60?
¿Qué clase de vehículo es aquel que aún con más de 60 años encima justifica una inversión billonaria en él a tantos años de distancia de haber sido producido el último ejemplar?
En mi opinión la respuesta tiene varias vertientes, por un lado, la posibilidad de que la unidad resulte para su operador irremplazable, es decir, que no exista en el mercado alguna, por más moderna que sea que haga lo mismo que ella; por otro la posibilidad de que fuese diseñada y construida de manera tan resistente que aun con el paso de décadas y décadas en servicio y mediando, claro está, un buen mantenimiento, sigue siendo viable. Sin duda es posible que los costos de seguir operándola terminen justificándolo, como dotarle de nuevos y más eficientes motores pudiera, dada la magnitud de las unidades requeridas, no resultar financieramente tan oneroso ni técnicamente complicado como se pudiera pensar.
Algunas veces es la conjunción de esas vertientes termina justificando la inversión, tal y como está ocurriendo con el bombardero estratégico Boeing B-52 “Stratofortress”, empleado exclusivamente por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y uno de los grandes protagonistas de la llamada Guerra Fría al que se ha decidido darle una nueva inyección de vida por medio de una componente tan importante para alargarla como es su planta motriz.
Sorprendente ¿verdad estimado lector? Pero quizás le sorprenda aún más que lo más probable es que el último B-52 de los 75 ejemplares a ser revitalizados, se mantenga operativo militarmente hablando hasta el año 2052, es decir, a 100 años de su primer vuelo.
¿Quién diría que, a estas alturas del calendario, un chamaco norteamericano que aspire a ser piloto militar y se impresione, tal y como algunos adultos seguimos haciéndolo con el B-52 y sus 8 turbinas, no debe descartar el poder terminar algún día volándolo?
Así son los verdaderamente grandes productos. Y es que seguramente que tal y como ocurre con este bombardero en el caso del aéreo, en otros medios de transporte o industrias hay equipos sin los que simple y sencillamente no se puede seguir produciendo un bien o servicio, por más entrado en años que estén, justificando de esta manera seguir invirtiendo enormes cantidades de dinero en ellos.
Felicidades a Boeing y mi reconocimiento a los ingenieros que diseñaron esta icónica aeronave, de la que, por cierto, afortunadamente, no ha caído ninguna bomba nuclear en misión de guerra, tal y como ha sido su principal (y potencial) misión.
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