Esta división determina en buena medida la sofisticación técnica de las actividades y procesos, su peligrosidad, repercusiones legales y, por ende, las limitaciones de acceso para los usuarios.
El equilibrio entre esas variables se logra mediante la interacción, siempre en el marco de la ley, de cuatro grandes protagonistas:
- El usuario del aerotransporte, llámese pasajero y expedidor de carga.
- El prestador de servicios, comenzando por las aerolíneas y los proveedores de servicios aeronáuticos, aeroportuarios, complementarios y comerciales.
- El administrador aeroportuario.
- La autoridad.
Por la magnitud de sus instalaciones civiles, las inversiones involucradas, intercambios comerciales realizados, los volúmenes de tráfico de operaciones, pasajeros y carga, los diversos usuarios que maneja, el recurso humano que emplea, las actividades y los procesos de carácter oficial y gubernamental que tienen lugar en sus instalaciones, la diversidad cultural que se manifiesta y sus vínculos nacionales e internacionales, el sentido de pertenencia de quienes son parte de él, los servicios que presta, el original lenguaje que se habla dentro, los comercios con los que cuenta, sus necesidades de abasto y los montos de consumo, vialidades, las amenazas a la seguridad y crímenes en su interior que enfrenta, el tamaño de las fuerzas de seguridad que requiere, el interés que sus operaciones despierta, los riesgos que en él existen, sus equipos de atención de emergencias, la normatividad que le aplica, sus sistemas de comunicaciones internos y externos, la coordinación interinstitucional que requiere, la diversidad e importancia de las autoridades nacionales y organismos internacional que actúan en él, su alta exposición mediática y la sofisticación de su comunicación social, el número de cursos de capacitación que en él se imparten, los actos de carácter jurídico que tienen lugar en torno a su operación, las pernoctas que registra, su carácter de instalación pública, y por su alta población flotante, un gran aeropuerto como el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), puede ser comparado con una ciudad de tamaño medio con todo lo que ello significa en materia administrativa, logística, política, técnica, estratégica, legal, presupuestaria, comercial y de infraestructura y provisión de servicios tales como agua potable, drenaje, luz, manejo de residuos y policía.
Trabajar en un aeropuerto, transitar o visitarlo con seguridad, eficiencia, economía o comodidad, supone para el usuario entender su magnitud y complejidad, familiarizándose en lo posible, ya sea in-situ, o por medio de medios electrónicos, sobre sus instalaciones, los procesos que tienen lugar, los servicios que ofrece, las diversas restricciones físicas, técnicas y legales existentes y los derechos y las obligaciones que supone la presencia de algo o de alguien en las instalaciones aeroportuarias, comprendiendo la obligatoriedad del acatamiento de las normatividad nacional e internacional aplicable a todo lo que tiene lugar en el aeropuerto.
Algunas labores en el aeropuerto requieren una licencia, mientras que acceder a algunas de sus áreas requiere ya sea de una Tarjeta de Identificación Aeroportuaria (TIA), de cierta acreditación o de un pase de abordar.
Por todo lo anterior, no es descabellado afirmar que hacer presencia en un gran aeropuerto no es sencillo y supone manejarse con sentido común, pero también con mucha prudencia, responsabilidad y conocimiento, algo que solamente se puede lograr mediando procesos de inducción y capacitación para el usuario interno, a cargo de los prestadores de servicios, administradores y autoridades.
La inducción del usuario externo, es decir, quien transita o visita el aeropuerto, se provee principalmente mediante información adecuada, antes, durante o posteriormente a su vista; en este sentido, juegan un papel relevante las páginas web de las aerolíneas, proveedores de servicios, autoridades nacionales y de la administración aeroportuaria, pero en especial la oportuna y correcta transmisión al pasajero o al expedidor de carga de las condiciones que regulan el transporte aéreo que contrató y las restricciones para su entrada y salida a territorio nacional.
Al usuario interno no solamente se le debe de inducir, sino motivar y capacitar integralmente en todo aquello que impacte en su trabajo en las instalaciones aeroportuarias, lo cual supone un esfuerzo interinstitucional muy importante en materia de detección y corrección de necesidades de capacitación, a lo cual contribuyen protocolos que aseguren el registro de incidentes, accidentes o eventos relacionados con fallas en el comportamiento o desempeño de los portadores de las TIAS, que desde el momento en que aspiran a hacerse de una y en particular desde el momento en el comienzan a emplearla en sus labores, deben asimilar a la cultura de la seguridad, la cultura de la calidad, la cultura de la legalidad y a la cultura aeronáutica y aeroportuaria como parte de sus vidas.
Sobra decir que la salud física, incluyendo la auditiva y visual, y la adecuada verificación de los antecedentes personales y penales de quien porta una TIA son variables de primera importancia en un correcto accionar en las instalaciones del aeropuerto. Y es que en un aeropuerto toda norma, procedimiento o protocolo, deber estar claramente descrito en los correspondientes documentos.
Tanto visitantes primerizos, como los más frecuentes y experimentados usuarios o colaboradores del aeropuerto, pueden caer alguna vez en potencialmente costosas y peligrosas confusiones al hacer presencia en sus instalaciones y procesos.
El incumplimiento de la normatividad en instalaciones tan sensibles a las amenazas a la seguridad aeronáutica y contra actos de interferencia ilícita, a la soberanía, economía e imagen nacional, como es un aeropuerto con facilidad supone la imposición de sanciones administrativas y penales a los infractores internos y externos.
Entender un aeropuerto, y más uno como el AICM es un proceso que en realidad nunca concluye, por lo tanto, adoptar y mantener una actitud positiva y proactiva hacia la inducción, la capacitación y la obtención de información, el respeto al marco legal, la minimización y mitigación de riesgos, el servicio al usuario, la calidad y eficiencia y la colaboración interinstitucional, es un primer paso que todo usuario recurrentemente debe dar.
Es así que dar la bienvenida a alguien o a algo a un aeropuerto debe resultar una experiencia agradable, que sin embargo supone importantes compromisos para las partes, los cuales deben ser dados a conocer y lo más importante: comprendidos y asumidos.
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