Desgraciadamente casi un año después, la misma administración federal anunció la cancelación del proyecto, abrumada y, se podría decir, hasta derrotada por las presiones de los ejidatarios de la zona que se opusieron a los trabajos, los mismos por cierto que hoy día se oponen también al llamado Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).
No puedo dejar de lamentar que Fox y su gobierno no hayan podido lograr en su momento los acuerdos que fuesen necesarios para que, en los mejores intereses de México, el aeropuerto de Atenco terminase siendo construido. Aún con las eventuales demoras que una edificación de tal magnitud suele registrar, 17 años es tiempo suficiente para que el Valle de México pudiera contar desde hace algunos años con esa nueva terminal aérea que a todas luces necesita.
Pero no fue así y los panistas prefirieron tapar el sol con un dedo, agregándole al AICM la famosa Terminal 2, hoy día también rebasada y además exhibiendo retos en materia de comportamiento estructural.
En septiembre de 2014, el ejecutivo a cargo de Enrique Peña Nieto, reconociendo el nivel de la problemática que presenta el AICM y la importancia del aerotransporte en el desarrollo nacional, decidió y de hecho muy pronto comenzó con la construcción de una nueva infraestructura en terrenos federales de la zona de Texcoco, muy cerca por cierto de Atenco, obras que por su magnitud y complejidad en todos los ámbitos, de manera comprensible, actualmente están siendo revisadas por el equipo de la administración entrante de Andrés Manuel López Obrador, quien sin duda se enfrenta en este sentido a una espinosa coyuntura y por ende a una difícil decisión.
Independientemente del curso que finalmente tome el tema del nuevo aeropuerto, un sentimiento de coraje y frustración me invade al pensar que todo este debate y contratiempos no habrían tenido lugar si Fox hubiese hecho valer política y legalmente en su momento el derecho del Estado Mexicano de construir el aeropuerto en Atenco, claro está, compensando como corresponde a cualquier afectado.
De alguna forma pienso que al guanajuatense le faltó oficio político para encontrar la manera de negociar, no solamente con los ejidatarios de Atenco, sino con cualquier otro grupo interesado, a los que hasta pudo haber sumado a un proyecto que en una de esas les habría beneficiado enormemente también a ellos.
Desgraciadamente en el año 2002 pudieron más los machetes que las genuinas necesidades del país, mientras tanto, el AICM hace lo que está a su alcance para atender esos más de cuarenta y cuatro millones de pasajeros que ya maneja, y contando…
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