Para quienes tuvimos el privilegio de conocerle, y mejor aún, de colaborar en algo con él, nos queda claro que, sin dejar de valorar el talento de otros y de recurrir a ellos cuando fuese necesario, Manuel era un individualista por excelencia; todo un capitán de su nave en la antigua tradición del concepto, de esos para los que la última palabra era la suya.
Muy respetable posición por cierto la suya, pero sin duda, los tiempos han cambiado y las actividades en general y la aviación en particular han incorporado conceptos de operación y de gestión de seguridad basados mucho más que nunca en labores de equipo otorgando poderes de decisión e influencia en la toma de las mismas a todos los miembros de las tripulaciones o integrantes de los equipos de trabajo.
El ejemplo más claro de esta evolución lo representa el concepto conocido como CRM (Crew Resourse Management), una muy efectiva herramienta concebida hace algunas décadas y detonada por el choque de esos dos Boeing 747’s en la pista del Aeropuerto de los Rodeos, en Tenerife, España en el año 1977, que cobró la vida 583 personas, para atender amenazas a la seguridad operacional derivadas de problemas en materia de liderazgo y comunicación en los puestos de pilotaje y que está resultando ideal para cambiar paradigmas y modificar culturas y modos de hacer o pedir las cosas.
Desgraciadamente, si bien se logra mucho al trabajar en equipo y el modelo debe seguir siendo promovido, no siempre el resultado de la labor conjunta es el adecuado, en especial cuando algunos de los integrantes del grupo no tienen el perfil o la actitud correcta para contribuir a que las mejores decisiones se tomen y se actúe en tiempo y forma, cuando el sistema de gestión se basa en un modelo de autoridad demasiado vertical, o cuando la opinión de un departamento tiene más peso que otros y éste toma demasiado tiempo para analizar los asuntos o tiende a complicarlos más de lo necesario.
He sido testigo de cómo en todo tipo de organizaciones, las mejores intenciones de trabajar en equipo en ocasiones se topan con la barrera del despotismo, de las envidias, de la irresponsabilidad, de la incapacidad, de la burocracia o de la informalidad, terminando por hacer más difícil, demorar y hasta cancelar la atención de hasta los más sencillos asuntos, llegándose a generar todo un caos.
Para que un CRM funcione se requiere mucha objetividad, madurez, disciplina, respeto y capacitación, y eso no siempre se encuentra en las empresas o en las cabinas de vuelo.
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