Esta condición no es exclusiva del aeropuerto capitalino, de hecho se repite por doquier en la geografía mundial: Riqueza y pobreza a tiro de piedra una de la otra.
Lo cierto es que Peñón de los Baños y sus comunidades han convivido con el aeropuerto y sus empleados desde que este se construyó a mediados de los años 50 proveyéndoles de mano de obra, de servicios e insumos, y de espacios para que algunos proveedores y prestadores de servicios aeroportuarios, aduanales y logísticos establezcan oficinas, almacenes y centros de operación.
Es así que de la misma manera en que el Peñón huele a suciedad y a delincuencia, también huele a tradición popular, a aerotransporte y a logística.
Durante décadas esta colonia ha sido un enorme motivo de preocupación para la administración aeroportuaria; encontrar el equilibrio entre el derecho de sus habitantes de acceder al aeropuerto con la misma libertad que tienen los habitantes de cualquier otra colonia del país (rica o pobre) y la necesidad de garantizar la seguridad, mantenimiento y uso adecuado de las instalaciones del aeropuerto no resulta nada fácil.
Hoy día la preocupación tiende a invertirse y pasar a manos de sus habitantes al acercarse la fecha en la que el aeropuerto será reemplazado por nueva infraestructura y dejará de operar.
Como una suerte de Espada de Damocles la amenaza sobre la economía del Peñón y sobre la de una cantidad importante de otras comunidades de la Delegación Venustiano Carranza, en la Ciudad de México, y el municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México, es enorme, conforme la fuente de riqueza que representa para ellos el aeropuerto virtualmente va a desaparecer en escasos cuatro años.
El impacto será particularmente grande para las actividades económicas que dependen de los flujos de pasajeros y empleados del aeropuerto que recurren a comercios y servicios en el Peñón para resolver diversas necesidades. ¿A quién va a servir esos tacos de huevo con jamón cada mañana la señora Rosy? ¿Quién se va a sentar a comer en el restaurante Piscis? ¿Quién se va a atender la boca en el consultorio de la doctora Betty Morales?, por ejemplo.
Si bien algún uso productivo seguramente se le va a encontrar a las instalaciones del actual aeropuerto, lo cierto es que eso no ocurrirá al día siguiente de la mudanza al nuevo; es más, puede tardar años conforme se hacen los saneamientos y acondicionamientos necesarios, cualquiera que estos sean, lo cual va a suponer que los negocios de la zona, aun cuando eventualmente puedan anticipar cierta derrama asociada a la nueva utilización de las instalaciones, tendrán que aguantar un buen tiempo sin grandes ventas. No cabe duda, el reto será muy grande para la zona.