Su capacidad logística y su visión técnica le ayudaron a desempeñarse con efectividad posteriormente como consultor de aerolíneas y fuerzas aéreas, tanto así que se le considera uno de los padres del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, una organización en la que la logística juega un papel vital. Un dato curioso y poco comentado es el hecho de que, para efectos de logística personal, en lugar de emplear los vastos recursos a su disposición por parte de las aerolíneas y las fuerzas aéreas, Lindbergh prefería recurrir a recursos más simples y según el prácticos y confiables como fue el propio “Espíritu de San Luis”.
Todo un ejemplo de sencillez, confiabilidad y eficiencia que de alguna manera Lindbergh vio replicado en el sencillo automóvil personal que empleó para trasladarse por tierra aún en recorridos en solitario de larga distancia: Un Volkswagen Sedan, modelo 1959 de color aperlado que se conserva en el garage de la casa en la que pasó su infancia (hoy en día museo), en la localidad de Little Falls, Minnesota, a donde Lindbergh condujo el automóvil para donarlo en 1973, donde este comentarista lo vio hace unos años.
Con una estatura de 1.92 metros Lindbergh apenas y cabía en el habitáculo del auto que usó como virtual casa rodante, transformando al asiento delantero derecho en una cama, estacionándose por ahí a pasar la noche. Me cuentan quienes lo llegaron a ver conduciéndolo que la escena era contradictoria. Parece ser que la fascinación de Lindbergh con el popular “escarabajo” de la Volkswagen tuvo su origen precisamente en Alemania, donde Ferdinand Porsche recibió el encargo de Adolfo Hitler en 1934 de desarrollar su concepto de automóvil para todo el pueblo alemán y a donde Lindbergh viajó con frecuencia por razones profesionales, políticas, militares y personales, desde que se autoexilió en Europa entre 1936 y virtualmente hasta su muerte, toda vez que, como ahora se sabe, tenía por ahí dos o tres familias ilegítimas a las que, por cierto, transportaba en otros Sedan.
Por su amistad, Lindbergh seguramente influyó en la decisión de Igor Sikorsky, pionero del helicóptero práctico, de emplear al “escarabajo” de la Volkswagen no sólo como automóvil personal, sino también como plataforma logística en sus viajes de placer dentro de los Estados Unidos. El “Espíritu de San Luis”, Charles Lindbergh y el Sedan de la Volkswagen tres casos únicos de practicidad y eficiencia logística.
Su capacidad logística y su visión técnica le ayudaron a desempeñarse con efectividad posteriormente como consultor de aerolíneas y fuerzas aéreas, tanto así que se le considera uno de los padres del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, una organización en la que la logística juega un papel vital. Un dato curioso y poco comentado es el hecho de que, para efectos de logística personal, en lugar de emplear los vastos recursos a su disposición por parte de las aerolíneas y las fuerzas aéreas, Lindbergh prefería recurrir a recursos más simples y según el prácticos y confiables como fue el propio “Espíritu de San Luis”.
Todo un ejemplo de sencillez, confiabilidad y eficiencia que de alguna manera Lindbergh vio replicado en el sencillo automóvil personal que empleó para trasladarse por tierra aún en recorridos en solitario de larga distancia: Un Volkswagen Sedan, modelo 1959 de color aperlado que se conserva en el garage de la casa en la que pasó su infancia (hoy en día museo), en la localidad de Little Falls, Minnesota, a donde Lindbergh condujo el automóvil para donarlo en 1973, donde este comentarista lo vio hace unos años.
Con una estatura de 1.92 metros Lindbergh apenas y cabía en el habitáculo del auto que usó como virtual casa rodante, transformando al asiento delantero derecho en una cama, estacionándose por ahí a pasar la noche. Me cuentan quienes lo llegaron a ver conduciéndolo que la escena era contradictoria. Parece ser que la fascinación de Lindbergh con el popular “escarabajo” de la Volkswagen tuvo su origen precisamente en Alemania, donde Ferdinand Porsche recibió el encargo de Adolfo Hitler en 1934 de desarrollar su concepto de automóvil para todo el pueblo alemán y a donde Lindbergh viajó con frecuencia por razones profesionales, políticas, militares y personales, desde que se autoexilió en Europa entre 1936 y virtualmente hasta su muerte, toda vez que, como ahora se sabe, tenía por ahí dos o tres familias ilegítimas a las que, por cierto, transportaba en otros Sedan.
Por su amistad, Lindbergh seguramente influyó en la decisión de Igor Sikorsky, pionero del helicóptero práctico, de emplear al “escarabajo” de la Volkswagen no sólo como automóvil personal, sino también como plataforma logística en sus viajes de placer dentro de los Estados Unidos. El “Espíritu de San Luis”, Charles Lindbergh y el Sedan de la Volkswagen tres casos únicos de practicidad y eficiencia logística.
Su capacidad logística y su visión técnica le ayudaron a desempeñarse con efectividad posteriormente como consultor de aerolíneas y fuerzas aéreas, tanto así que se le considera uno de los padres del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, una organización en la que la logística juega un papel vital. Un dato curioso y poco comentado es el hecho de que, para efectos de logística personal, en lugar de emplear los vastos recursos a su disposición por parte de las aerolíneas y las fuerzas aéreas, Lindbergh prefería recurrir a recursos más simples y según el prácticos y confiables como fue el propio “Espíritu de San Luis”.
Todo un ejemplo de sencillez, confiabilidad y eficiencia que de alguna manera Lindbergh vio replicado en el sencillo automóvil personal que empleó para trasladarse por tierra aún en recorridos en solitario de larga distancia: Un Volkswagen Sedan, modelo 1959 de color aperlado que se conserva en el garage de la casa en la que pasó su infancia (hoy en día museo), en la localidad de Little Falls, Minnesota, a donde Lindbergh condujo el automóvil para donarlo en 1973, donde este comentarista lo vio hace unos años.
Con una estatura de 1.92 metros Lindbergh apenas y cabía en el habitáculo del auto que usó como virtual casa rodante, transformando al asiento delantero derecho en una cama, estacionándose por ahí a pasar la noche. Me cuentan quienes lo llegaron a ver conduciéndolo que la escena era contradictoria. Parece ser que la fascinación de Lindbergh con el popular “escarabajo” de la Volkswagen tuvo su origen precisamente en Alemania, donde Ferdinand Porsche recibió el encargo de Adolfo Hitler en 1934 de desarrollar su concepto de automóvil para todo el pueblo alemán y a donde Lindbergh viajó con frecuencia por razones profesionales, políticas, militares y personales, desde que se autoexilió en Europa entre 1936 y virtualmente hasta su muerte, toda vez que, como ahora se sabe, tenía por ahí dos o tres familias ilegítimas a las que, por cierto, transportaba en otros Sedan.
Por su amistad, Lindbergh seguramente influyó en la decisión de Igor Sikorsky, pionero del helicóptero práctico, de emplear al “escarabajo” de la Volkswagen no sólo como automóvil personal, sino también como plataforma logística en sus viajes de placer dentro de los Estados Unidos. El “Espíritu de San Luis”, Charles Lindbergh y el Sedan de la Volkswagen tres casos únicos de practicidad y eficiencia logística.
Su capacidad logística y su visión técnica le ayudaron a desempeñarse con efectividad posteriormente como consultor de aerolíneas y fuerzas aéreas, tanto así que se le considera uno de los padres del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, una organización en la que la logística juega un papel vital. Un dato curioso y poco comentado es el hecho de que, para efectos de logística personal, en lugar de emplear los vastos recursos a su disposición por parte de las aerolíneas y las fuerzas aéreas, Lindbergh prefería recurrir a recursos más simples y según el prácticos y confiables como fue el propio “Espíritu de San Luis”.
Todo un ejemplo de sencillez, confiabilidad y eficiencia que de alguna manera Lindbergh vio replicado en el sencillo automóvil personal que empleó para trasladarse por tierra aún en recorridos en solitario de larga distancia: Un Volkswagen Sedan, modelo 1959 de color aperlado que se conserva en el garage de la casa en la que pasó su infancia (hoy en día museo), en la localidad de Little Falls, Minnesota, a donde Lindbergh condujo el automóvil para donarlo en 1973, donde este comentarista lo vio hace unos años.
Con una estatura de 1.92 metros Lindbergh apenas y cabía en el habitáculo del auto que usó como virtual casa rodante, transformando al asiento delantero derecho en una cama, estacionándose por ahí a pasar la noche. Me cuentan quienes lo llegaron a ver conduciéndolo que la escena era contradictoria. Parece ser que la fascinación de Lindbergh con el popular “escarabajo” de la Volkswagen tuvo su origen precisamente en Alemania, donde Ferdinand Porsche recibió el encargo de Adolfo Hitler en 1934 de desarrollar su concepto de automóvil para todo el pueblo alemán y a donde Lindbergh viajó con frecuencia por razones profesionales, políticas, militares y personales, desde que se autoexilió en Europa entre 1936 y virtualmente hasta su muerte, toda vez que, como ahora se sabe, tenía por ahí dos o tres familias ilegítimas a las que, por cierto, transportaba en otros Sedan.
Por su amistad, Lindbergh seguramente influyó en la decisión de Igor Sikorsky, pionero del helicóptero práctico, de emplear al “escarabajo” de la Volkswagen no sólo como automóvil personal, sino también como plataforma logística en sus viajes de placer dentro de los Estados Unidos. El “Espíritu de San Luis”, Charles Lindbergh y el Sedan de la Volkswagen tres casos únicos de practicidad y eficiencia logística.
Su capacidad logística y su visión técnica le ayudaron a desempeñarse con efectividad posteriormente como consultor de aerolíneas y fuerzas aéreas, tanto así que se le considera uno de los padres del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, una organización en la que la logística juega un papel vital. Un dato curioso y poco comentado es el hecho de que, para efectos de logística personal, en lugar de emplear los vastos recursos a su disposición por parte de las aerolíneas y las fuerzas aéreas, Lindbergh prefería recurrir a recursos más simples y según el prácticos y confiables como fue el propio “Espíritu de San Luis”.
Todo un ejemplo de sencillez, confiabilidad y eficiencia que de alguna manera Lindbergh vio replicado en el sencillo automóvil personal que empleó para trasladarse por tierra aún en recorridos en solitario de larga distancia: Un Volkswagen Sedan, modelo 1959 de color aperlado que se conserva en el garage de la casa en la que pasó su infancia (hoy en día museo), en la localidad de Little Falls, Minnesota, a donde Lindbergh condujo el automóvil para donarlo en 1973, donde este comentarista lo vio hace unos años.
Con una estatura de 1.92 metros Lindbergh apenas y cabía en el habitáculo del auto que usó como virtual casa rodante, transformando al asiento delantero derecho en una cama, estacionándose por ahí a pasar la noche. Me cuentan quienes lo llegaron a ver conduciéndolo que la escena era contradictoria. Parece ser que la fascinación de Lindbergh con el popular “escarabajo” de la Volkswagen tuvo su origen precisamente en Alemania, donde Ferdinand Porsche recibió el encargo de Adolfo Hitler en 1934 de desarrollar su concepto de automóvil para todo el pueblo alemán y a donde Lindbergh viajó con frecuencia por razones profesionales, políticas, militares y personales, desde que se autoexilió en Europa entre 1936 y virtualmente hasta su muerte, toda vez que, como ahora se sabe, tenía por ahí dos o tres familias ilegítimas a las que, por cierto, transportaba en otros Sedan.
Por su amistad, Lindbergh seguramente influyó en la decisión de Igor Sikorsky, pionero del helicóptero práctico, de emplear al “escarabajo” de la Volkswagen no sólo como automóvil personal, sino también como plataforma logística en sus viajes de placer dentro de los Estados Unidos. El “Espíritu de San Luis”, Charles Lindbergh y el Sedan de la Volkswagen tres casos únicos de practicidad y eficiencia logística.
Su capacidad logística y su visión técnica le ayudaron a desempeñarse con efectividad posteriormente como consultor de aerolíneas y fuerzas aéreas, tanto así que se le considera uno de los padres del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, una organización en la que la logística juega un papel vital. Un dato curioso y poco comentado es el hecho de que, para efectos de logística personal, en lugar de emplear los vastos recursos a su disposición por parte de las aerolíneas y las fuerzas aéreas, Lindbergh prefería recurrir a recursos más simples y según el prácticos y confiables como fue el propio “Espíritu de San Luis”.
Todo un ejemplo de sencillez, confiabilidad y eficiencia que de alguna manera Lindbergh vio replicado en el sencillo automóvil personal que empleó para trasladarse por tierra aún en recorridos en solitario de larga distancia: Un Volkswagen Sedan, modelo 1959 de color aperlado que se conserva en el garage de la casa en la que pasó su infancia (hoy en día museo), en la localidad de Little Falls, Minnesota, a donde Lindbergh condujo el automóvil para donarlo en 1973, donde este comentarista lo vio hace unos años.
Con una estatura de 1.92 metros Lindbergh apenas y cabía en el habitáculo del auto que usó como virtual casa rodante, transformando al asiento delantero derecho en una cama, estacionándose por ahí a pasar la noche. Me cuentan quienes lo llegaron a ver conduciéndolo que la escena era contradictoria. Parece ser que la fascinación de Lindbergh con el popular “escarabajo” de la Volkswagen tuvo su origen precisamente en Alemania, donde Ferdinand Porsche recibió el encargo de Adolfo Hitler en 1934 de desarrollar su concepto de automóvil para todo el pueblo alemán y a donde Lindbergh viajó con frecuencia por razones profesionales, políticas, militares y personales, desde que se autoexilió en Europa entre 1936 y virtualmente hasta su muerte, toda vez que, como ahora se sabe, tenía por ahí dos o tres familias ilegítimas a las que, por cierto, transportaba en otros Sedan.
Por su amistad, Lindbergh seguramente influyó en la decisión de Igor Sikorsky, pionero del helicóptero práctico, de emplear al “escarabajo” de la Volkswagen no sólo como automóvil personal, sino también como plataforma logística en sus viajes de placer dentro de los Estados Unidos. El “Espíritu de San Luis”, Charles Lindbergh y el Sedan de la Volkswagen tres casos únicos de practicidad y eficiencia logística.
Su capacidad logística y su visión técnica le ayudaron a desempeñarse con efectividad posteriormente como consultor de aerolíneas y fuerzas aéreas, tanto así que se le considera uno de los padres del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, una organización en la que la logística juega un papel vital. Un dato curioso y poco comentado es el hecho de que, para efectos de logística personal, en lugar de emplear los vastos recursos a su disposición por parte de las aerolíneas y las fuerzas aéreas, Lindbergh prefería recurrir a recursos más simples y según el prácticos y confiables como fue el propio “Espíritu de San Luis”.
Todo un ejemplo de sencillez, confiabilidad y eficiencia que de alguna manera Lindbergh vio replicado en el sencillo automóvil personal que empleó para trasladarse por tierra aún en recorridos en solitario de larga distancia: Un Volkswagen Sedan, modelo 1959 de color aperlado que se conserva en el garage de la casa en la que pasó su infancia (hoy en día museo), en la localidad de Little Falls, Minnesota, a donde Lindbergh condujo el automóvil para donarlo en 1973, donde este comentarista lo vio hace unos años.
Con una estatura de 1.92 metros Lindbergh apenas y cabía en el habitáculo del auto que usó como virtual casa rodante, transformando al asiento delantero derecho en una cama, estacionándose por ahí a pasar la noche. Me cuentan quienes lo llegaron a ver conduciéndolo que la escena era contradictoria. Parece ser que la fascinación de Lindbergh con el popular “escarabajo” de la Volkswagen tuvo su origen precisamente en Alemania, donde Ferdinand Porsche recibió el encargo de Adolfo Hitler en 1934 de desarrollar su concepto de automóvil para todo el pueblo alemán y a donde Lindbergh viajó con frecuencia por razones profesionales, políticas, militares y personales, desde que se autoexilió en Europa entre 1936 y virtualmente hasta su muerte, toda vez que, como ahora se sabe, tenía por ahí dos o tres familias ilegítimas a las que, por cierto, transportaba en otros Sedan.
Por su amistad, Lindbergh seguramente influyó en la decisión de Igor Sikorsky, pionero del helicóptero práctico, de emplear al “escarabajo” de la Volkswagen no sólo como automóvil personal, sino también como plataforma logística en sus viajes de placer dentro de los Estados Unidos. El “Espíritu de San Luis”, Charles Lindbergh y el Sedan de la Volkswagen tres casos únicos de practicidad y eficiencia logística.
Su capacidad logística y su visión técnica le ayudaron a desempeñarse con efectividad posteriormente como consultor de aerolíneas y fuerzas aéreas, tanto así que se le considera uno de los padres del Comando Aéreo Estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, una organización en la que la logística juega un papel vital. Un dato curioso y poco comentado es el hecho de que, para efectos de logística personal, en lugar de emplear los vastos recursos a su disposición por parte de las aerolíneas y las fuerzas aéreas, Lindbergh prefería recurrir a recursos más simples y según el prácticos y confiables como fue el propio “Espíritu de San Luis”.
Todo un ejemplo de sencillez, confiabilidad y eficiencia que de alguna manera Lindbergh vio replicado en el sencillo automóvil personal que empleó para trasladarse por tierra aún en recorridos en solitario de larga distancia: Un Volkswagen Sedan, modelo 1959 de color aperlado que se conserva en el garage de la casa en la que pasó su infancia (hoy en día museo), en la localidad de Little Falls, Minnesota, a donde Lindbergh condujo el automóvil para donarlo en 1973, donde este comentarista lo vio hace unos años.
Con una estatura de 1.92 metros Lindbergh apenas y cabía en el habitáculo del auto que usó como virtual casa rodante, transformando al asiento delantero derecho en una cama, estacionándose por ahí a pasar la noche. Me cuentan quienes lo llegaron a ver conduciéndolo que la escena era contradictoria. Parece ser que la fascinación de Lindbergh con el popular “escarabajo” de la Volkswagen tuvo su origen precisamente en Alemania, donde Ferdinand Porsche recibió el encargo de Adolfo Hitler en 1934 de desarrollar su concepto de automóvil para todo el pueblo alemán y a donde Lindbergh viajó con frecuencia por razones profesionales, políticas, militares y personales, desde que se autoexilió en Europa entre 1936 y virtualmente hasta su muerte, toda vez que, como ahora se sabe, tenía por ahí dos o tres familias ilegítimas a las que, por cierto, transportaba en otros Sedan.
Por su amistad, Lindbergh seguramente influyó en la decisión de Igor Sikorsky, pionero del helicóptero práctico, de emplear al “escarabajo” de la Volkswagen no sólo como automóvil personal, sino también como plataforma logística en sus viajes de placer dentro de los Estados Unidos. El “Espíritu de San Luis”, Charles Lindbergh y el Sedan de la Volkswagen tres casos únicos de practicidad y eficiencia logística.