¿Qué tienen en común una ensambladora de computadoras recibiendo una buena parte de los componentes del exterior para armar, empacar y exportar a Estados Unidos; una confeccionadora de ropa cuya función es recibir pantalones y vestidos para etiquetar, empacar y despachar al mismo país; y una manufacturera de perfiles de acero exportando también a Estados Unidos?, pues la respuesta es obvia -diría usted- la misma pregunta lo dice: las tres exportan a Estados Unidos; y sí, efectivamente esa es la respuesta, pero más acertadamente lo que tienen en común las tres entidades es: formar parte de “una cadena de suministro internacional” de un importador en Estados Unidos, que a su vez comercializa esos productos para un lleguen a un cliente final de manera transparente.
Hemos escuchado ya muchos ejemplos de cómo la globalización ha cambiado el mundo, y de cómo es imposible dar vuelta atrás, es decir, que un país produzca todo dentro de su mismo territorio sin tomar en cuenta insumos del exterior, el ejemplo típico en Estados Unidos es el de pedirle a un persona sacar de su casa o habitación todo lo que no diga “Made in USA”, el resultado de este ejercicio sería encontrar una casa o habitación prácticamente vacía, una vez comprobado que la gran mayoría de lo verificado es importado de otro país.
La globalización ha sido el producto de un acomodo de factores para generar una ecuación que maximice los beneficios de los gobiernos, productores, transportistas y cliente final, a lo cual podemos llamar “logística”, proceso con el que ya estamos familiarizados, sin embargo, esa ecuación se vuelve compleja en este contexto, y cada factor representa una reto en un conjunto mundial, donde articular los distintos ecosistemas requiere necesariamente de la intervención de los gobiernos relacionados para crear un macroambiente donde se establezcan reglas de convivencia tomando -entre otras cosas- la economía, el entorno social y la seguridad como plataformas de ese escenario.
Viene al caso como un factor más: “el trabajo forzado en las cadenas de suministro internacionales”, porque en México lo estamos dejando de lado al no visualizar como un todo la función de nuestro país como exportador hacia Estados Unidos. Desde inicios de este siglo el desarrollo del comercio internacional ya consolidado marcha de la mano con la seguridad para cadenas de suministro internacionales, debido a que con él se han desarrollado fuerzas contrarias a los objetivos del mismo, hablamos de conspiraciones orientadas a materializar actos delictivos como el contrabando, la defraudación fiscal, el narcotráfico, el terrorismo, el contrabando de humanos y hasta la esclavitud moderna.
El trabajo forzado es un tema expuesto este mes de julio durante “La semana del comercio de CBP (US Customs and Border Protection)”, obedeciendo a la preocupación imperante en el mundo sobre las condiciones de trabajo en los distintos países integrados a cadenas de suministro internacionales; y lo destacado de esta exposición es que se está reforzando por parte de CBP la instrucción de rechazar (o generar un estatus de “no admisible”) a productos para su introducción a Estados Unidos en caso de evidencia de un “WRO” (withhold release order), sobre una cadena de suministro específica vinculada a trabajo forzoso.
Los criterios establecidos para estas medidas se apoyan en estudios especializados donde se clasifica el trabajo forzado y sus modalidades, además de su presencia en el mundo, donde Asia Pacífico como zona comercial sobresale con el 62% de las incidencias, seguida por África con 23%, pero Europa y América no quedan fuera con un 14% en suma. Como respuesta a este fenómeno ya se ha venido trabajando con la modificación de algunas leyes en Estados Unidos, pero se está gestando una estrategia que de manera holística atienda el trabajo forzado en las cadenas de suministro internacionales, promoviendo alianzas gubernamentales y asociaciones con la iniciativa privada. En el programa CTPAT de CBP ya se habían integrado criterios específicos sobre el tema, pero para que lleguemos a un entendimiento del mismo, es necesario tomar ejemplos mundiales y generar conciencia de su importancia en México.
Esta estrategia de seguridad escala a la Organización Mundial de Aduanas por medio de los programas OEA en el mundo, y tengamos claro que no es un esfuerzo aislado de Estados Unidos, en Reino Unido hay ya incluso un comisionado antiesclavitud, y se habla de un futuro cercano en el cual, con nuevas legislaciones, las grandes empresas tendrán que divulgar anualmente las medidas implementadas para erradicar la esclavitud de sus cadenas de suministro. Es particularmente relevante tomar en cuenta que el T-MEC en su artículo 23.6 ha estableciendo la obligación para cada una de las partes (Canadá, Estados Unidos y México) prohibir la importación de bienes que hayan sido producidos en su totalidad o en parte, mediante trabajo forzoso u obligatorio.
Ante la importancia de este tema se esperaría que las empresas nacionales y las marcas mundiales (establecidas en México), como las de nuestra pregunta inicial, se cuestionen sobre sus socios comerciales estratégicos en el mundo (incluyendo a proveedores de segundo nivel), y atendiendo el ámbito nacional sobre sus socios comerciales en la extracción de materia prima en minas, agricultura y ganadería; es esa pues la única solución para atender los requerimientos de un entorno cambiante donde la defensa de los derechos humanos y la erradicación de actividades ilícitas en cualquiera de sus modalidades es una obligación para lograr lo que se denomina “la ética en la cadena de suministros”.
Revisa mi columna anterior: Nuevo León-Texas y la nueva ruta de la seda
Víctor Chávez actualmente es el Director Ejecutivo del Clúster de Seguridad para el Comercio Internacional A.C.
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