Ateniéndonos a los resultados de otros negocios realizados por el gobierno, podría no ser un mal negocio la expropiación de los 120 kilómetros de vía que el gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación le hizo en días pasados a la empresa Ferrosur.
Recordará el lector que al principio de esta administración se acusó a las empresas constructoras de gasoductos de contar con contratos leoninos para la Comisión Federal de Electricidad. Dichos contratos se renegociaron y el resultado fue más rentable para los privados en un 30%, pues se les amplió el plazo de 25 a 35 años, por lo que el negocio al final creció y recibirán más renta por el uso de la misma infraestructura, pero en un mayor plazo.
Después fue el caso de las plantas termoeléctricas de ciclo combinado, plantas fotovoltaicas y parques aerogeneradores de la española Iberdrola. Esta firma la traía el presidente entre ceja y ceja desde el inicio de su mandato y ante tanto asedio, terminó alcanzando un acuerdo de vender sus activos al gobierno mexicano por la módica de seis mil millones de dólares. Le puso fin así al asedio político y se retiró con su dinero, haciendo un buen negocio al vender bien vendidas sus plantas antiguas a un precio que ningún privado le pagaría.
Qué decir de los tenedores de bonos del extinto aeropuerto de Texcoco. Se les liquidó anticipadamente con un sobreprecio. Otros se siguen pagando con la TUA del aeropuerto capitalino, una de las mejores garantías que tenemos en el país.
Los otros buenos negocios los ha entregado el presidente a la Marina y al Ejército, y la constante es que el gobierno civil, como en la pirinola, siempre pone.
Y Manzanillo también…
El puerto de Manzanillo se sumó al de Veracruz en la protesta de operadores que exigen agilizar el tránsito de entrada y salida del autotransporte de las terminales portuarias, ante el daño a su físico por las largas esperas en las filas de acceso y salida; y la pérdida de productividad que ellos tienen, ya que su ingreso principal proviene del recorrido de kilómetros cargados, y no por el tiempo de espera en filas.
El principal puerto del país por el volumen de carga comercial movilizada es un caos permanente en la logística debido a su deficiente infraestructura de accesos, la convivencia con la ciudad y el tráfico citadino, y el volumen de más de mil 500 tráileres que a diario entran y salen del puerto.
Las largas filas toman hasta cinco horas para poder entrar, sin contar con servicios sanitarios en las filas, ni oportunidad para comer de forma decente y limpia, lo cual reclamaron los operadores.
Ojalá y que, así como se acordó en Veracruz, se establezcan políticas que se cumplan en pro de una mejor calidad de las condiciones para los operadores que realizan una labor importante. La crisis de operadores en el país es preocupante y es responsabilidad de todos los actores hacer lo propio para atenuarla. Condiciones de operación como las que se tienen en Manzanillo, no hacen sino desestimular sumarse a este oficio.
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