Pero ese mismo Poder Legislativo, que envía al mundo señales de ser progresista y moderno, por otro lado está enviando señales de violación al Estado de Derecho al promover una reforma a la Ley Reglamentaria del Servicio Ferroviario, que violenta los derechos adquiridos por las empresas cesionarias del ferrocarril de acuerdo con su título de concesión.
Puede uno estar de acuerdo con los legisladores en algunas de sus consideraciones en la propuesta sobre que el modelo de privatización elegido por México para los ferrocarriles no es el mejor en términos de permitir una competencia perfecta entre concesionarios para beneficio de los usuarios; pero quien se precie de reconocer que el respeto al Estado de Derecho es el mayor de los valores que una nación puede tener, sencillamente no puede simpatizar con la propuesta de cambiar las reglas a una industria que aún no cumple su periodo de concesión, por más positivas que sean sus propuestas.
Por mi trabajo, me toca escuchar de forma constante que nuestro servicio ferroviario no es el óptimo en términos del potencial que tendría, de agregar valor a la competitividad de nuestro país. Y estoy de acuerdo. Pero las reglas del juego fueron establecidas por el Estado mexicano y esas mismas fueron las que atrajeron a los inversionistas que apostaron sus capitales por las empresas ferroviarias y se establecieron 30 años de exclusividad de explotación de sus concesiones y apenas llevamos 16 años.
No podemos cerrar los ojos y desconocer que el servicio ferroviario mexicano ha evolucionado positivamente. Ya no es un servicio ineficiente donde sabíamos cuándo subíamos nuestra carga, pero no cuándo llegaría a su destino. La confiabilidad en el servicio ha mejorado y la velocidad en algunos tramos, como el Monterrey-Nuevo Laredo, ha llegado a niveles inimaginables en la época de los ferrocarriles estatales, de 120 kilómetros por hora.
No sólo eso. Se dice que tenemos las mismas vías de don Porfirio Díaz. Sí, si lo que vemos es el trazo que éstas tienen, casi es el mismo. Pero desde la privatización a finales de los 90, las vías se han renovado por completo para llevarlas a la mayor capacidad de carga con rieles de 136 libras que van soldados y que permiten aprovechar cargar los mayores volúmenes y elevar las velocidades.
El equipo motriz hoy es más potente y produce menos emisiones. Los ferrocarriles son modernos.
Por eso, creo que México pierde más afectando nuestra imagen entre los inversionistas extranjeros de la falta de respeto al Estado de Derecho, que con la propuesta promovida por la Comisión de Transportes de la Cámara de Diputados, que pretende entre otras cosas, abrir el sistema ferroviario a la competencia entre concesionarios con el establecimiento de derechos de paso donde “técnicamente” sea posible, so pena de revocación de la concesión, entre otras cosas.
P.D.
Por cierto, hablando de ferrocarriles, sabemos que Ferromex ya ha iniciado a hacer los proyectos de obra que permitan a su ruta Mexicali-Guadalajara-México de servicio intermodal, utilizar el doble estiba mediante el ajuste de estructuras en algunos puentes y túneles en la zona conocida como Plan de Barrancas en Jalisco y Nayarit, lo cual será positivo para la ruta intermodal más larga que se tiene en el país, denominada servicio InterPacífico.
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