El conglomerado danés AP Moller – Maersk, controlador de la naviera Maersk Line, reportó una caída de sus beneficios del 82.4% en los primeros nueve meses del año con respecto a sus resultados de igual periodo de un año antes. Esto es cuatro mil 258 millones de dólares contra 24 mil 840 millones de dólares. Un mar de diferencia.
Obvio, el resultado del año pasado tiene que ver con la buena ola que tras la pandemia del COVID-19 le vino al transporte marítimo con tarifas en su máximo histórico ante la insuficiencia de servicios y saturación de las cadenas de suministro, por los desbalances que se generaron con el cierre de puertos y colaboradores contagiados, etcétera. Este año la oferta de servicios marítimos es mayor que la demanda, y fenómenos como el nearshoring están acercando proveedores, antes transoceánicos, a los principales mercados de consumo y países aliados, previendo nuevos brotes pandémicos en el futuro. Todo ello ha contraído el mercado de fletes marítimos donde la empresa concentra su mayor fuente de ingresos.
Las condiciones actuales en el mercado marítimo seguirán al menos entre 2024 al 2026 como ha previsto el gigante escandinavo, ante lo cual ha anunciado un plan para reajustar el dimensionamiento de su plantilla laboral de 110 mil colaboradores a 100 mil, lo que significará un ahorro en costos de 600 millones de dólares en 2024. La buena noticia para la empresa de la estrella de siete picos en un océano de malos resultados es que su estrategia de crecer en el rubro logístico ha resultado certera. Fue la división que menos cayó en su facturación, apenas un 1.8% contra 48.1% la división marítima y 16.2% la división de terminales.
Los mal pensados dirían que el problema de los malos resultados está en el parámetro de medición, al compararse con un año atípico como lo fue 2022 y no contra los números de 2019 previo a la pandemia.
El Banco Mundial nos vuelve a reprobar en logística
Quien nos vuelve a reprobar es el Banco Mundial en su Índice de Desempeño Logístico (LPI por sus siglas en inglés) donde estamos por encima de 60 en promedio en las diferentes mediciones cuando el óptimo que es Singapur, se ubica en cero. Entre los renglones en los que tenemos mucho por avanzar está desde luego el tema de la infraestructura, pero también en el renglón de mejores procesos y legislación para facilitar los negocios.
“Las mejoras podrían centrarse en facilitar los procedimientos aduaneros, facilitar los trámites de licencias y permisos en el transporte por carretera y el agenciamiento aduanero, y eliminar las restricciones a la inversión extranjera directa en el sector transporte. Simplificar las regulaciones empresariales al mismo tiempo que se realizan mejoras en la gobernanza podría magnificar y acelerar las ganancias potenciales de crecimiento”, sintetiza en sus recomendaciones.
En el LPI estamos por debajo de países que son directamente nuestros competidores como es el caso de Vietnam cuyos indicadores se ubican entre 40 y 50 y China que se mueve entre el 15 y 30 en el indicador. Si queremos ser más competitivos en la atracción de inversiones productivas y tener un rol más relevante en el nearshoring debemos ponernos las pilas, aunque siendo realistas, quizás deberemos de esperar al próximo 1 de octubre para que posiblemente nos empecemos a mover en esa dirección y los recursos a infraestructura vayan a proyectos que de verdad sumen a la competitividad y no que sólo sirvan como anuncios espectaculares con fines electoreros.
Comenta y síguenos en X: @GrupoT21