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“Predomina la madera pero en países de primer mundo y a través de investigaciones se han dado cuenta de que el durmiente de concreto puede traer muchos más beneficios”, dijo Coindreau, cuya empresa lleva 30 años trabajando con concreto y en 2014 empezó a fabricar durmientes tras varios años de investigación.
Aunado a ello, destacó que los durmientes de madera “incitan a la deforestación” y que, además, los de concreto tiene un ciclo de vida superior, “de hasta 20 o 30 años”.
El directivo señaló también que el costo del durmiente de concreto es “muy competitivo” respecto del de madera, a lo que hay que sumar el sencillo mantenimiento del primero comparado con el “costoso” cuidado de uno de madera.
Sobre los durmientes de plástico, una relativa novedad en este sector, consideró que no son “competencia sino complemento”.
Uno de los primeros proyectos en el campo ferroviario de GIC está siendo la línea 3 del Metrorrey, donde implementa más de 60 mil bloques de concreto en esta obra.
En cuanto a carga, GIC espera servir a ferrocarrileras estadounidenses como Union Pacific y BNSF, con quienes ha hecho pruebas conjuntas, y adentrarse en el mercado nacional.
“México tarda en adaptarse a las tecnologías nuevas pero poco a poco hemos visto un cambio en este sentido”, opinó Coindreau.
Según datos de Stella-Jones, empresa especializada en el tratamiento de durmientes de madera, en México 60% de la red ferroviaria se sustenta sobre durmientes de madera tratada, mientras que el 40% en concreto.
En este último segmento, trabajan, además de GIC, empresas como ITISA.
Los durmientes de concreto se usan para vías industriales, para vías de patio y tanto en alta como en baja velocidad.
Twitter: @Marti_Quintana