Por Patrick Lassauzet*
La moda es una industria que ha estado en constante cambio a lo largo del tiempo, desde la prehistoria con el uso de pieles para cubrirse del frío, hasta la actualidad en donde existen un sinfín de opciones que se adaptan a todo tipo de presupuestos y estilos. Sin embargo, en esta evolución, la industria comenzó a producir a gran escala para cubrir la necesidad de más productos para más personas, sin considerar factores como la sustentabilidad o las consecuencias generadas por los desechos de producción. Hasta ahora.
Para darle dimensión al tema, un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) señala que, colectivamente, las marcas generan 150 mil millones de prendas al año. Y de ese total, según datos de WGSN, entre 15 y 45 mil millones se quedan sin vender, convirtiéndose en desperdicio. Si lo vemos desde el tema de impacto ambiental, datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) apuntan que el 10% de todas las emisiones de carbono a nivel mundial provienen de la moda. La información es dura y difícil de abordar, pero no imposible de atender. ¿La solución? Una cadena de suministro digital y responsable.
¿Qué pasa si en lugar de producir 100 mil prendas de una colección para ofrecerlas al consumidor y descubrir si es de su agrado, hacemos el proceso a la inversa? Desde SHEIN, buscando reducir el impacto ambiental, optimizar la cadena de valor y bajar a un dígito el desperdicio de prendas, apostamos por un modelo bajo demanda, que nos permite lanzar una colección a la venta con solo 100 piezas y a partir de ahí definir si existe una demanda para solicitar una producción acorde a ella. Así, ofrecemos distintas opciones sin generar demasiadas piezas, optimizando todos los recursos disponibles tanto para la compañía como los productores.
¿Y dónde entra la tecnología en esta ecuación? La clave está en los datos. Cuando lanzamos un producto con pocas piezas no solo evitamos la sobreproducción, también entendemos lo que las personas están buscando, sus gustos y actuamos en consecuencia. Si los datos derivados del lanzamiento de un producto nos muestran que no es de interés para los consumidores, nosotros transmitimos eso a nuestros proveedores y productores, limitando al mínimo la fabricación de estas prendas.
En este esquema de producción no solo hay una variable de rentabilidad, sino una política de sostenibilidad que guía a SHEIN y le da forma a sus objetivos a mediano y largo plazo, un camino en el que buscamos aportar de forma positiva, utilizando materiales de origen responsable y pensando también en mayor escala. Con esto en mente, tenemos un compromiso para reducir nuestras emisiones un 25% para el 2030, haciendo nuestra cadena de valor aún más sustentable y aportando nuestros aprendizajes a una industria con distintos jugadores.
El cambio es una constante y a diferencia de cuando empezó la industria, hoy podemos tener un impacto positivo para reducir la huella ambiental, que no es menor. Ajustar nuestra forma de trabajo no solo optimizará nuestros recursos, sino que impactará positivamente el medio ambiente, regresándole un poco de lo mucho que nos ha dado.
*Patrick Lassauzet actualmente es Líder de Comunicación Corporativa para SHEIN en México.
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