Ayer el Starbucks de Plaza Zentrika, en Santa Fe de Ciudad de México, se convirtió en el cuarto de guerra de los equipos comerciales de varias compañías autotransportistas que le proveen servicios a la cadena departamental de color rosa. Primero se les vio positivos y expectantes en la víspera de escuchar la propuesta de trabajo para los próximos dos años que les daría la cadena líder en las ventas de retail.
Después, al regreso del encuentro con los ejecutivos de logística de la cadena comercial, el semblante era otro. Ya no sabían si reír o llorar ante la propuesta de extender dos años los servicios, pero con la ocurrente condición de congelar sus tarifas hasta finales de 2026.
En momentos de gran incertidumbre económica y política para el rumbo del país ante los recientes resultados electorales, quién puede vaticinar que las condiciones económicas se mantendrán estables en ese horizonte, máxime cuando aún no se definen ni los nombres del equipo que conformarán el primer círculo de confianza de la presidenta electa, ni las líneas del programa de gobierno en el terreno económico.
Mientras los reyes del e-commerce Amazon y Mercado Libre están ofreciendo mejores tarifas al autotransporte, la cadena rosa espera para sus autotransportistas que “los precios congelados” sean parte de su vida como reza su slogan comercial.
ANAM va contra los minimis
La Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM) en el reciente Foro de Diálogo de Facilitación Aduanera donde participan diversos representantes de organismos del sector privado, expuso su preocupación por la competencia desleal que para muchas industrias nacionales está representando la importación de los famosos paquetes minimis, estas compras internacionales que regularmente están libres de impuestos y aranceles debido a su valor y que son poco rastreables.
El problema, a decir de la autoridad aduanera, es que, al no identificarse con un RFC o una CURP del destinatario o comprador, se está haciendo un mal uso de la figura y se desagregan las piezas de un pedido integral para evadir el impuesto o se subvalúan las mercancías, o se declaran diferente a su verdadera composición.
Así, por ejemplo, si se solicita un traje, en un paquete viene el pantalón, en otro el saco y en otro el chaleco o camisa, amén de que muchas veces se defrauda al consumidor que recibe artículos que no se corresponden con la calidad o el color que en la publicidad digital se mostró. Ya veremos qué derrotero toma esta medida que llevaría como destinatarios algunos marketplaces como TEMU, Shein y otros que se promueven a través de las redes sociales. A ver si no se les aparece el diablo.
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