La semana que comienza podría ser políticamente complicada para el gobierno en turno, porque finalmente el próximo día 15 de febrero la Alianza Mexicana de Organizaciones de Transportistas (Amotac) ha dado aviso de que ahora sí va en serio y no dará paso a un lado ni atrás para hacer efectiva una protesta pública en contra de la extorsión y la inseguridad en carreteras de la que son víctimas las compañías de autotransporte y sus operadores.
Desde septiembre pasado se había avisado de la intención de realizar un paro a nivel nacional por parte de esta organización, ante la incontenible ola de robos con lujo de violencia que sufren sus empresas asociadas en las carreteras. Sin embargo, apenas se escucha esta voz de alerta y las autoridades de las secretarías de Gobernación, de Seguridad Pública (SSP) y la Guardia Nacional (GN) inmediatamente entran en acción para desactivar este tipo de protestas y prometer el oro y el moro, pero sin resultados tangibles. Pareciera que no les gusta que se alce la voz para decir a los cuatro vientos el grave problema de inseguridad que enfrenta la industria en carreteras y amplias regiones del país, donde son víctimas de la extorsión del crimen organizado.
El problema es la inacción e inoperancia de la autoridad en las carreteras, pues a pesar de las mesas de trabajo que se crean no se percibe cambio alguno para bien. Al contrario, el autotransporte cada vez está más solo en los caminos y las acciones antirrobo aplicadas han tenido que venir más de estrategias y la incorporación de nuevas tecnologías por parte de las propias autotransportistas, y no porque la autoridad se digne a hacer el papel que le corresponde por mandato que es el de proveer de seguridad a los ciudadanos.
De hecho, estas reuniones están de sobra. Sólo basta con que cumplan la misión para la que fueron creadas la GN y la SSP. ¡Que cada quien haga su trabajo pues! Así de fácil.
En el recuento de daños
De dos a tres semanas tomará a la cadena de suministros regularizar el flujo de comercio internacional que provocó primero la caída del sistema de la Agencia Nacional de Aduanas de México y luego sus intermitencias que contuvieron el flujo regular de mercancías a través de las 50 aduanas que se tienen en los puertos fronterizos, marítimos y aéreos del país.
De acuerdo con entrevistas con actores clave del comercio exterior, las pérdidas que se ocasionaron con la interrupción de las operaciones por más de dos días hábiles, no han contado con un plan de contingencia por parte de las autoridades para volver a tomar el hilo del flujo comercial donde se debería de estar a estas alturas. Tampoco ha habido una expresión de “usted disculpe las molestias” ni mucho menos una intención de resarcir daños causados. ¡Eso solo pasa en Dinamarca!, dirían, y aquí es México.
Pero eso sí. No se equivoque usted como exportador, importador o agente aduanal, porque con la sanción que le va a caer, puede perder hasta la risa.
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