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¿A cuánto ascienden anualmente los ingresos de las morales públicas y privadas que tienen a su cargo la administración, operación y mantenimiento de los caminos de cuota mexicanos? ¿Qué margen de utilidad tienen? ¿Con cuánto se quedan el Estado y las concesionarias? Seguramente que con mucho dinero; es más, quizás demasiado dada la mala calidad de la mayoría de las costosas autopistas mexicanas.
Digo, los propósitos para los que se decidió que el peaje en la autopista México-Cuernavaca se ampliase para financiar los Juegos Olímpicos de 1968 ya se cumplieron muchas veces ¿no es así? Pero hay que mantenerla en buen estado, nadie puede estar en contra de ello.
Hagámosle un favor a la conectividad terrestre nacional facilitando, en el espíritu del Anexo 9 al Convenio de Chicago sobre Aviación Civil Internacional de 1944, su libre tránsito eliminando el cobro por concepto de peajes.
¿Se volvió loco el analista? Seguramente algunos de mis lectores y lectoras pensarán.
Déjeme que le explique, por favor:
¿Tiene usted una idea de las horas productivas que se ahorraría por no tener que hacer esas a veces extremadamente largas filas en nuestras autopistas con tal de cubrir una tarifa pagando en efectivo o empleando uno de esos poco confiables mecanismos de cobro electrónico?
¿Por qué no mejor todos los mexicanos pagamos por los caminos de cuota mediante nuestros impuestos, concretamente, recurriendo al más democrático y equitativo de todos ellos en mi opinión: el Impuesto al Valor Agregado o IVA? ¿Qué tal si habiendo calculado las cifras de ingresos por cuotas y los márgenes de las concesionarias calculamos qué porcentaje representan de los ingresos del fisco por concepto de IVA y lo sumamos a la tasa actual de este u otro impuesto para una vez en las arcas nacionales distribuirlos a quienes hay que hacerlo contractualmente y operativamente con tal de que las autopistas sigan funcionado y expandiéndose?
Además de reducciones en costos operativos relacionados al cobro, custodia y administración del dinero, nos olvidaríamos de las casetas, la hacienda pública no tendría que estar auditando a las proveedoras y a sus colaboradores para ingresar lo que corresponde, nadie podría saltarse la caseta o hasta tomarla para cobrar, bote en mano; cooperaciones “voluntarias”, e insisto, las autopistas dejarían de ser estacionamientos a la hora de pasar por aquello que solíamos llamar “Plazas de Cobro”, especialmente los fines de semana y los períodos vacacionales.
Piénselo estimado lector o lectora. ¿No sería una buena idea el regalito que la aviación le daría al transporte terrestre con esto de la facilitación de un asunto tan latoso y lento como, con todo y los mentados “tags” sigue siendo al paso por una caseta de cobro de peajes en una autopista?
Creo que no solamente en materia de transporte, sino virtualmente todos los campos del quehacer gubernamental, es tiempo de simplificarle la vida a los ciudadanos.
¿Qué opina usted por favor?
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