Este año no fue la excepción y los spotters se dieron verdaderos banquetes capturando imágenes de 747 de operadoras que rara vez visitan el aeropuerto, caso de la japonesa NCA, la azerbaiyana Silk Way y la gran Singapore Airlines.
De pronto me vinieron a la mente dos preguntas:
¿Cómo es que llegaban al entonces Autódromo de la Magdalena Mixhuca en los años sesenta esos Lotus como los que empleó el legendario piloto británico Jim Clark para ganar tres veces el Gran Premio de México? ¿Qué sería de la moderna Fórmula 1 sin la capacidad logística que aporta esa alfombra voladora que es el Boeing 747 carguero?
Para responder la primera interrogante me vi forzado a hacer algo de arqueología e historia para tratar de entender cómo es que tanto los automóviles, refacciones, provisiones y equipos viajaron, por ejemplo, en el año 1963, desde Austin, Texas, con destino a Ciudad de México y de ahí continuar a East London, Sudáfrica.
A nadie debe sorprender que los calendarios de la Fórmula 1 de hace seis décadas comprendiesen mucho menos carreras que los actuales; en 1963 se celebraron 10 de ellas, mientras que en el 2019 fueron 21.
Otra diferencia es que el tiempo entre un evento y otro era mucho mayor hace cincuenta y pico de años, en los que, en una de esas, caso del plazo entre la carrera mexicana y la sudafricana, podía transcurrir un mes. Hoy día son escasos siete a 15 días en los que el show debe volver a montarse.
Si bien es posible pensar que los automóviles y los equipos pudieran haber viajado de Texas a México en 1963 por carretera en camiones o en ferrocarriles, en el marco de necesidades logísticas menos ambiciosas y complejas que las que en nuestros tiempos se atienden, me imagino que el traslado hasta el sur de África no fue tan sencillo y debió involucrar un original esquema en el que no descarto habrían participado tanto el transporte marítimo desde el Puerto de Veracruz y el aéreo desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, empleando aeronaves cargueras extranjeras, entre las que no dudaría podrían haberse visto involucrados Boeing 707 de Pan Am Cargo o American Airlines Cargo o inclusive Canadair CL-44 de Flying Tigers.
Lo interesante sería también saber en su caso con qué clase de equipos de apoyo en tierra se manejaron las operaciones de carga y descarga, pensando en que para entonces no recuerdo que hubiera muchos cargueros dedicados de esas dimensiones en las plataformas del aeropuerto.
Responder la segunda pregunta es un tanto más sencillo y se podría resumir en una palabra: caos. Y es que no veo cómo los organizadores del serial lograrían cumplir el calendario de carreras sin el apoyo de los numerosos 747 que emplean, los cuales, en caso de no poder volar por alguna razón, por ejemplo, debido a alguna problemática de aeronavegabilidad “a la 737-MAX”, serían muy, pero muy difíciles de reemplazar.
No olvidemos que por la magnitud del evento la logística de una carrera de la Fórmula 1 requiere contar de manera simultánea con varios aviones cargueros de gran capacidad. Me cuesta trabajo pensar que se pudiese disponer de flotas equivalentes, por ejemplo, de Antonov 124 o de Boeing 777.
En pocas palabras, y de ahí el origen de este comentario, el Boeing 747 es parte vital de la logística de la Fórmula 1 y por lo tanto los organizadores y los entusiastas del automovilismo tienen mucho que agradecerle. La buena noticia para ellos es que el modelo seguirá siendo por décadas la reina de los cielos, por lo menos, en lo que a cargueros dedicados se refiere.
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