Lo que desgasta el estado de derecho no es sólo la impunidad –quizás es el elemento más importante, pero no el único- sino la ausencia de transparencia y la posibilidad siempre presente de que desde el poder se modifiquen las reglas de un día para otro sin que los afectados tengan la posibilidad de defenderse.
Este es el principal problema en cuanto a las nuevas decisiones que se han estado tomando en el ámbito de la industria de transporte aéreo en México. En particular, en lo que se refiere al acuerdo bilateral de aviación recientemente negociado con los Estados Unidos y que aún está sujeto a la ratificación del Senado de la República.
Más allá de si el convenio sólo tiene una versión en lengua inglesa, lo cual contraviene la legislación en la materia (y las mínimas normas de negociación internacional), el tema más crítico se enfoca a la actividad de carga aérea.
En México este tipo de empresas, las aerolíneas regulares de carga, han ido desapareciendo una a una. En estos momentos, de las 18 empresas que había en 2006 sólo nos quedan seis, de las cuales apenas una de transporte específico de carga regular es cien por ciento mexicana, Estafeta, mientras que otras dos tienen capital colombiano y chileno.
El texto del convenio bilateral recién negociado llama la atención no sólo por la lengua en que está escrito, sino porque toda la estructura del texto que se refiere a carga está pensado en los términos de transporte multimodal y corresponde a lo que la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) denomina “modelo liberal”.
Es decir, de pronto pasamos de lo unimodal (transporte aéreo) a lo multimodal (transporte aéreo y de superficie) sin decir agua va y sin la firma del resto de los funcionarios oficiales de los transportes marítimo, fluvial, ferroviario y carretero. Además, se ha decidido abrir este sector sin restricciones “para la conexión del transporte aéreo internacional, cualquier transporte de superficie para la carga, hacia o desde cualquier punto o puntos en los territorios de las partes o de terceros países”.
En otras palabras, habrá quintas y séptimas libertades para las cargueras estadounidenses en nuestro territorio, donde, además, las propias aerolíneas extranjeras podrán realizar su propia transportación de superficie (o sea, pueden adicionar camiones o barcos en lo que serán nuevas empresas multimodales).
El problema, además de que de golpe hemos amanecido con funcionarios que negocian sectores que no son de su competencia, es que tendremos empresas estadounidenses que darán servicio de carga multimodal y sin que exista reciprocidad.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, tiene una reserva para las empresas de mensajería y carga de los Estados Unidos, que autoriza la operación únicamente a las empresas de capital estadounidense. Además, no olvidemos que desde 1994 los transportistas carreteros mexicanos están esperando el acceso a los Estados Unidos.
El colmo es que todo esto se está dando en la opacidad, a pesar de los reclamos ciudadanos para que este sea un país de leyes y de legitimidad. ¿Qué no hemos aprendido nada?
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
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