Situémonos en un evento hipotético (que es más real de lo que pensamos). Laboras en una compañía que tiene una demanda que atender y tus productos son elaborados o maquilados a más de 11,000 kilómetros de distancia, una región que además tiene una diferencia horaria de más 12 horas adelante que el tuyo, con una cultura y una reglamentación de comercio exterior completamente diferente a las de tu país.
En ese contexto, hagamos las siguientes preguntas: ¿la comunicación es fácil y eficiente?, ¿tienes control total de los procesos cuando estás haciendo management a kilómetros de distancia?, ¿estás fuera de riesgo de ser sancionado porque conoces las normativas de tu proveedor?, ¿controlas el costo de la logística que implica poner tu producto en los anaqueles o al alcance de tu cliente final?, ¿qué tan propenso eres para incumplir los costos, volúmenes o requerimientos que necesitas asegurar a tus clientes finales? La respuesta es sencilla, controlas poco y eres altamente susceptible de no poder cumplir lo que prometes.
Lo anterior es solo una parte de los retos del offshoring, esta estrategia que busca deslocalizar parte de los servicios o de la producción hacia otros países para obtener ventajas en cuanto al costeo, lo que les permite a las empresas ofrecer precios más competitivos.
Sin embargo, la pandemia y los eventos logísticos globales nos han demostrado que este modelo de negocio puede resultar más perjudicial que beneficioso. Ya que en ocasiones hay que invertir más tiempo y dinero en tratar de superar las diferencias legales, horarias, culturales e incluso geopolíticas.
Como respuesta a estos inconvenientes, durante los últimos 2 años ha surgido una estrategia llamada nearshoring que, básicamente, tiene el mismo objetivo que el offshoring, pero con la diferencia de que la externalización de servicios se realiza en un país cercano, a menores distancias que permite responder con mayor agilidad a las demandas de los mercados que se atienden. ¿Y en qué nos beneficia todo esto?
Principalmente, en el hecho de que puede existir un mayor contacto con nuestros proveedores, menores costos de traslado y una propensión menor al efecto de eventos globales de las diferentes cadenas de suministro. En el día a día de la persona a la que hacemos referencia, al inicio de esta columna, la diferencia es significativa; no tiene que madrugar o pasar noches en vela por las diferencias horarias, cuenta con mayor control en los procesos, el tiempo de entrega del material se reduce ya que los puntos de salida y llegada son más cercanos, además de que se acortan las eventualidades, producto de factores culturales. Como cereza en el pastel, existe un mayor entendimiento del mercado y su comportamiento, lo cual permite reaccionar con agilidad y rapidez.
Sin duda este cambio de enfoque industrial ya ha beneficiado a nuestro país en los últimos años, pero estamos lejos de ver su mejor momento. Preparémonos para un cambio en las cadenas de suministro de las grandes economías y cómo esto podrá beneficiar a los principales socios comerciales de las super potencias.
Como decían nuestras abuelas “el que se mueve no sale en la foto”, sin duda las empresas mexicanas estarán viviendo momentos críticos, pero aquellos que decidan invertir, incrementar sus estándares de calidad y modernizar sus plantas productivas, serán aquellas que más beneficiadas se vean al mediano y largo plazo.
Ahora más que nunca debemos adoptar nuevas estrategias que nos permitan sacarle el mayor provecho a nuestras relaciones, operaciones, finanzas y talento. El nearshoring se vislumbra como esa luz al final del túnel para muchos segmentos empresariales a nivel industrial en nuestro país.
El dato duro. El costo por metro cúbico de trasladar un producto de México a Estados Unidos representa menos del 20% que, de China a Estado Unidos, si a eso agregamos una mano de obra calificada y cadenas de abastecimiento rápidas, nos posiciona como el socio estratégico con mayor potencial de crecimiento para nuestros vecinos del norte.
Consulta la anterior colaboración de Ricardo: Carta Porte: ¿Estamos listos para adoptarla?
Ricardo Díaz es Commercial Leader en Engen Capital. Cuenta con amplia experiencia en desarrollo de negocio, estrategia comercial y gestión de activos. Tiene una maestría en Marketing, otra en Economía del comportamiento, marketing y finanzas, y es licenciado en Economía.
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