Son un problema de seguridad, de salud, de economía y de estética que ha crecido en este lugar del país, debido a lagunas legales que permiten que mexicanos y extranjeros, utilicen el mar como basurero o yonke, al amparo de la ley.
El Capitán de Puerto José Luis Hernández Ríos, revela que el problema si bien se ha reducido ahora enfrenta nuevos problemas ya que con la operación de marinas no ha sido raro que algunos propietarios extranjeros, ingresen a México una nave que les estorba y la abandonen.
Otros incluso, traen la nave a México, y tras abandonarla por meses, reportan, hundimiento, robo o incendio para cobrar el seguro, naves pequeñas, yates cuyo mantenimiento en puertos o marinas americanas es sumamente costoso.
La situación es crítica, especialmente porque algunas de estas naves se encuentran ya en franco hundimiento y constantemente deben utilizarse bombas de achique para sacar el agua que se les ha introducido y evitar con ello más problemas.
Las lagunas legales han hecho que el abandono de barcos se convirtiera en una práctica común, dado que el proceso para reclamar una nave a favor de la nación y luego desecharla como basura es sumamente engorroso.
Actualmente se mantiene un programa para desguace de embarcaciones, especialmente porque la vida útil de un barco son 25 años y en México esta es la edad común de las naves, lo que aumenta el número de naves desechadas.
Explicó que dentro de los casos más relevantes del Puerto, además de la embarcación Catalina, que por su hundimiento se ha convertido en Lobera, esta el Tanager un buscaminas de la segunda guerra mundial que fue vendido en 10 dólares a un americano que luego lo abandonó en Ensenada.
Otros son el Bajo Cero que el Capitán Ricardo Thompson pretendía rehabilitar como barco congelador y ahora se oxida junto al Catalina, el Long Sen que llegó cargado de chinos ilegales a Ensenada y el General Zapata en francas ruinas.
A la fecha las lagunas legales se refieren a este tipo de bien mueble en donde hay normas que obligan a respetar a propietarios de las embarcaciones, quienes sin embargo en muchos de los casos, solo estuvieron unas horas en el Puerto, suficiente para amarrar su nave y dejarlas abandonadas desde entonces.