Pocas veces he sentido que mi esfuerzo profesionalmente hablando ha sido reconocido como aquella, hace algunos años, en la que el director general de la aerolínea carguera queretana en la cual tuve el privilegio de prestar mis servicios me dio las gracias frente a su equipo gerencial por haber incorporado a la empresa “una nueva manera de hacer las cosas”.
No lo voy a negar estimado lector, soy muy difícil de complacer y de complacerme, y cuando encuentro áreas de oportunidad, tanto en la manera como hago las cosas, como en la que los otros las hacen, se detona en mí un proceso que quisiera poder afirmar se asocia con el concepto de Mejora Continua y con un deseo de aportar para que las cosas marchen mejor.
El problema, mejor dicho, mi problema, es que no siempre interactúo con profesionales de la categoría de mi entonces jefe, hoy día mi amigo, y termino con toparme con ejecutivos que simple y sencillamente tienen la arrogancia de decir, la mayor de las veces con palabras como “así como hacemos las cosas, las hacemos bien”. En muchos casos les asiste la razón y los felicito. Desgraciadamente no todas las entidades y quienes las conforman logran entender que no solamente pueden, sino que deben hacer algo de manera diferente, aun cuando los resultados están a la vista.
Recientemente he tenido la oportunidad de hacer un ejercicio profesional de consultoría con una empresa en la que se registra una alta y por ende costosa rotación de personal. Y es que por más que presume ser una gran compañía para laborar en ella, hasta el 50% de las contrataciones de cierto periodo, no pasan de prestar sus servicios más de tres meses. ¿Por qué en lugar de estar realizando onerosos y desgastantes campañas de reclutamiento o pagando tiempo extra a quienes de por sí están desgastados por las jornadas de trabajo y la manera en las que tienen lugar, mejor no invierten más en inducción, capacitación y acompañamiento, variable que parece genera ronchas a los modernos, individualistas y electrónicos ejecutivos de la actualidad y que tiene que ver con escucha y detección de necesidades específicas?
Ninguna organización y más una de servicios puede funcionar adecuadamente aceptando a la alta rotación como parte normal de sus operaciones y como una consecuencia natural de la estrategia de su estrategia corporativa. La industrialización del concepto de mano de obra, la cosificación del colaborador, su desarraigo y el no ver en el trabajador el ser humano que en mi opinión es de lo que emana tanto lo mejor o como peor de él, no contribuye en lo más mínimo a la prestación de un producto de calidad. No ver en el empleado algo más que un número en la nómina al que por ende hay que sacarle el máximo provecho, cual obediente máquina significa terminar por contratar al más eficiente de los desgraciados que a la primera de cambio le va a dar una patada a la empresa o dejar ir al también eficiente pero decente ser humano que lo único que pide es un trato laboral digno, muy diferente por ejemplo al que recibe un muy amable guardia de seguridad en una instalación, el cual está sujeto a jornadas de 24 horas de duración en las cuales no tiene ni permiso ni facilidades no solamente para hacer un receso para comer sigo, sino inclusive para algo tan natural como ir al baño.
Como bien lo dijo una amiga cuando le comenté mi intención de desarrollar este tema como parte del contenido de alguna de mis columnas, estamos viviendo una nueva normalidad en las relaciones laborales con características que bien pueden definirse como “la nueva esclavitud del siglo XXI” a la que sin duda abona la necesidad de trabajo de millones de personas que no logran obtenerlo y que contribuye, por ejemplo, a que en una entidad paraestatal del ámbito de la Secretaría de la Defensa Nacional, enfocada entre otros proyectos a la administración de aeropuertos, de acuerdo a mis confiables fuentes, se les esté literalmente informando a sus colaboradores que se olviden de tener días de descanso y que en esa organización se trabaja 24 horas los siete días de la semana.
La pregunta es obligada: ¿tan grande es el reto de encontrar un trabajo que no ha ocurrido una desbandada de colaboradores de dicha organización con destino directo a la oficina local de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje o de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos?
¡Lamentable!
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