Por si nos faltara un dato para saber los costos logísticos adicionales que tenemos en nuestro país, producto de las ineficiencias que tenemos por los deficientes procesos de coordinación entre los actores que intervienen en la cadena de suministro, o nuestra insuficiente y mala infraestructura, en el Congreso reciente de los agentes navieros en Mérida, el representante de uno de los grandes grupos de agencias aduanales soltó el número de 100 millones de pesos que el año pasado debió pagar ese grupo, en nombre de sus clientes, por concepto de demoras en las terminales portuarias del país.
Las causas de ello, acusó, siempre fueron atribuibles a factores como la fila para poder desaduanizar la mercancía, falta de turnos en patios de las terminales para entregar el embarque al transporte, retrasos en los accesos al puerto, etcétera.
El promedio es de ocho días el tiempo para poder desaduanizar un contenedor en el puerto de Manzanillo, por lo que ya de entrada se rebasa apenas en la conexión marítimo-terrestre el número de días máximo que tienen libres los contenedores y los días libres en uso de puerto, incurriendo en el pago de almacenaje.
Parece que aquellas voces que alzaban la voz aduciendo que el incremento de cinco a siete los días libres en puerto para los embarques no sumaron a favor de acelerar el paso de mercancías en puertos, y a nadie importa hacer algo por agilizarlo. Total, el cliente al final es el pagano.
¡Sí se puede, sí se puede!
Todo parece indicar que aquello de incentivar la inversión productiva a través de la política fiscal que siempre nos decían era un imposible, sí es posible como lo ha demostrado en los últimos días los decretos de ley que ha publicado la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, de Rogelio Ramírez de la O, con lo que se busca promover las nuevas inversiones que en todo el país pueden llegar como parte del nearshoring.
Son varios los sectores estratégicos a los que se les está dando prioridad y los cuales son clave en la política de cerrar filas en la región del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, el famoso T-MEC.
Entre ellos están la electromovilidad, los autos eléctricos, el ensamblaje de microprocesadores, los famosos microchips, pero también electrónicos, farmacéutico, aeroespacial, cinematografía y medicina.
Las medidas serán uniformes sin importar los municipios donde se instalen las inversiones y aplicará tanto para nuevas industrias que por primera vez se estén instalando en el país, o aquellas nuevas inversiones de ampliación de capacidad de empresas ya establecidas en el país y que estén dedicadas al comercio exterior de exportación.
Con ello se logra blindar sectores estratégicos para la región del T-MEC y la política forma parte de los compromisos asumidos por nuestro país en el marco del nuevo acuerdo comercial con nuestros países vecinos del norte.
Ahora sí nos queda claro de que hacer uso de la política fiscal para impulsar crecimiento de inversiones en México, ¡sí se puede, sí se puede!
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