Si usted consideraba que su negocio era adecuado para el ferrocarril, pero los vendedores de esta industria nomás no le hacían caso e ignoraban sus peticiones de alguna cotización, le podemos decir que ahora sólo bastará con hacerse un poco visible para que algún vendedor le vaya a ver más rápido que inmediatamente.
Las condiciones han cambiado y no es precisamente porque a los vendedores de repente les atraigan también las comisiones chiquitas que generan los pequeños clientes, sino que es la instrucción de los nuevos accionistas del Canadian Pacific Kansas City quienes han observado la diferencia de dimensión que tienen los clientes de México con relación a la mezcla de usuarios con las que tradicionalmente trabaja la empresa en el país de la hoja de maple. Es una nueva visión, vaya.
La ausencia de empresas embarcadoras pequeñas se ha echado de menos en los reportes comerciales, lo cual como parte del valor que la empresa le da a sus compromisos de ser socialmente responsable, ha puesto como consigna al área comercial mexicana ir por una cuota mínima de mil clientes pequeños en este año. La urgencia para alcanzar la meta ha generado presión al interior para alcanzar el número. El cambio de visión le puede venir muy bien a los pequeños y medianos importadores y exportadores nacionales quienes ahora sí podrán escuchar el tchu tchu del tren.
El dolor de cabeza de la última milla
El gran negocio de entregas de última milla que provocó el boom del e-commerce tras la pandemia del COVID-19 llevó a muchas empresas de logística a reaccionar rápidamente para capitalizar en crecimiento las oportunidades que se abrían. Sin embargo, muchas de ellas implementaron soluciones improvisadas y desesperadas que hoy les están cobrando un alto precio con cuantiosos robos de mercancías, pérdidas e incumplimientos en calidad del servicio.
Parecía que la idea de sumar a particulares con sus vehículos a la distribución de paquetes al estilo Uber era una excelente idea que permitiría ir más aprisa y a un menor costo operativo. En los hechos se probó que esa fórmula no fue la panacea. Mucha gente desapareció con los paquetes. Otros no se comprometían en las entregas a la par de la promesa del marketplace. La siniestralidad creció en motos y bicicletas con resultados lamentables, y encima algunas han perdido hasta la camisa con las tarifas y la intensa competencia que se generó. Parecía que la apuesta era que el volumen generaría la rentabilidad y el tiempo también se ha encargado de desmentir a muchos.
Marcas como iVoy, 99minutos y otras se dieron a conocer muy rápido; sin embargo, otras menos avezadas en sus procesos de reclutamiento que quisieron abrirse paso en el mercado han pagado las consecuencias y perdido hasta la risa en un negocio que prometía ser en el sector logístico el negocio de la década. No son pocos los expertos que han regresado del retiro para ayudar a enderezar los entuertos que se han creado por aquello de que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
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