El puro holograma cuesta unos 20 dólares, dijo Francisco Jaime King Cancino, primer vicepresidente del la Confederación de Asociaciones de agentes Aduanales (CAAAREM), y lo mismo sirve para un control comercial o aduanal que para usos policiacos o de control de seguridad pública.
“Ahora ya no los podrán detener para revisar sus papeles y ver si su estadía es legal en el país”, dijo.
Sin embargo, el objetivo es que a partir del ultimo trimestre de este año, todos los vehículos que ingresen y se queden en el país lo hagan ya de una manera formal y para ello los agentes aduanales desarrollaron, en conjunto con el Sistema de Administración Tributaria (SAT) un holograma infalsificable que permitirá saber, además de las características del auto en cuestión, el propietario y el origen lícito del mismo, todo por un costo, en las agencias aduanales de la frontera, menor a los mil pesos.
El directivo reconoció que es apenas el primer paso que se puede dar en la dirección correcta de tener un control vehicular sobre todos los autos que entran y se quedan en el país y de hecho a partir de enero se podrá tener este padrón de autos regularizados en Internet, a fin de que se puedan comercializar estos vehículos.
De estos hologramas se han vendido 300 mil a los agentes aduanales que están en los puntos de internamiento de la frontera norte del país y se espera que sean colocados en unidades que originalmente vendrían de vacaciones en menos de tres meses.
De hecho, los agentes aduanales son los únicos responsables de la internación legal de los autos y, por ello, son quienes pueden colocar los hologramas, de hecho, cualquier mal uso de los mismos recae en su ámbito de responsabilidad.
Cabe señalar que el decreto de los autos chocolate obliga a sus propietarios a regularizarse antes del 23 de febrero del 2006, en caso contrario las autoridades decomisarán la unidad.
Adelantó que la CAAAREM está trabajando en una norma de emergencia que impida la importación de vehículos siniestrados o en malas condiciones porque asume que pueden llegar al mercado nacional los autos destrozados en Nueva Orleans, luego del huracán Katrina.