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Este sistema, creado en 2003 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, fija un precio por cada tonelada de carbono liberada a la atmósfera por encima de un límite establecido (ver reportaje publicado en la edición de abril de T21). Si una empresa, en este caso una aerolínea, sobrepasase el volumen asignado, tendría que comprar derechos de emisión o bien reducirlas hasta las tasas permitidas. La medida ya está en marcha para la industria general, pero no para el transporte marítimo y aéreo, ya que la UE esperaba llegar a un acuerdo, que nunca llegó, con la OACI.
La comisaria de Clima de la UE, Connie Hedegaard, señaló hoy que el objetivo europeo es contar con un marco internacional, pero que la Comisión ha esperado muchos años para que la OACI haga progresos sin que estos se realicen. “Ahora, parece que porque a algunos países no les gusta nuestro esquema, muchos están preparados para entrar en la OACI e, incluso, para avanzar hacia un Mecanismo de Mercado Base a escala global”.
La decisión de la Comisión Europea de incluir a las aerolíneas extranjeras en su política de emisiones fue tan polémica que tuvo que intervenir el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) para avalar a finales de 2011 la validez legal de la medida. Algunas aerolíneas denunciaron que la normativa era contraria al derecho internacional porque pretendía regular en territorio fuera de las fronteras de la UE. Y es que las compañías aéreas deberían pagar por las emisiones del trayecto total, no solo por aquellas que se generen dentro de los límites de los 27 países que integran la Unión Europea.
Déjenme ser clara: si este ejercicio no se realiza [en referencia al debate en el seno de la OACI y la adopción de una política internacional], y espero que sí se haga, es innecesario decir que volveremos a donde estamos hoy con el ETS. Automáticamente”, ha advertido la comisaria europea.