Una de las grandes interrogantes que se han planteado dentro del marco de la Expo Transporte ANPACT 2023 que se realiza en Guadalajara, es la falta de compromiso de la autoridad para desarrollar infraestructura o impulsar un marco regulatorio que permita la participación de la iniciativa privada en la dimensión del reto que tendremos en la transición tecnológica hacia una movilidad sustentable tanto de mercancías como de pasaje.
No podemos desear seguir en dónde estamos parados cuando la propia Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes ni siquiera tiene placas distintivas para este tipo de vehículos. Compañías transportistas que lideran esta transición han tenido que aceptar el mismo tipo de placas federales que portan los vehículos de combustión interna.
El tema no pasaría de ser una mera anécdota de no ser porque en aquellos casos en que alguna autoridad ha marcado el alto a estos tráileres, exige hasta el cumplimiento de la verificación de emisiones del vehículo.
No sólo eso, sino que los propios empresarios que buscan ser más responsables con el reto ambiental se tienen que hacer cargo del desarrollo y construcción de su propia infraestructura de carga eléctrica a costos millonarios, y el absurdo está en que el suministrador, la Comisión Federal de Electricidad, además de falta de capacidad en varias zonas del país, lo que entrega es energía proveniente de fuentes contaminantes. Vaya contradicción.
Vehículos sustentables ¿y las tarifas?
Seguro usted escucha el compromiso con la sostenibilidad que muchas marcas presumen, pero lo que quizás no sepa es que, al menos en el transporte de mercancías, prácticamente ninguna está dispuesta a pagar por ello. Más bien tienen una visión de que la sustentabilidad de la movilidad de sus productos debería de ser gratis cuando es a cuenta de terceros.
Entre los esfuerzos aislados que las empresas de autotransporte están haciendo, destacan el uso de unidades impulsadas por gas natural y, en algunos casos, incluso vehículos eléctricos; pero, aunque ello representa inversiones de 50 y hasta 100% más caras que un vehículo tradicional ¿qué cree usted? En efecto, adivinó, los usuarios no han mostrado su disposición a acompañar al transportista en la amortización de una inversión mayor aceptando pagar tarifas superiores en un transporte limpio a lo que se paga por una operación en un vehículo tradicional.
Pareciera que su compromiso con el combate al calentamiento global es más de dientes para afuera y quisieran endosar “su esfuerzo” a las cuentas del perro más flaco de la cadena.
El AIFA, para llorar
Donde siguen llorando las líneas aéreas cargueras es en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Para variar, el tema sigue siendo el mismo. La falta de criterios y de capacitación a los integrantes de la Aduana que un día sí y el otro también hacen pasar las de Caín a los importadores.
Mercancías con tiempos de tránsito urgentes han sido retenidas nada más por “órdenes superiores”, falta de identificación precisa de las fracciones arancelarias, amén de la última revisión en la aduana del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
De plano, un usuario de Brasil mejor ha subido sus embarques a aviones de pasajeros para seguir usando el AICM ante los problemas que ha significado el no tener alternativa en aviones cargueros, ante la cuantiosa pérdida que ha sumado. La insensibilidad con la cadena logística de los elementos de Aduana requiere una atención urgente por parte de sus titulares.
A ver si ya se lo van tomando en serio.
Comenta y síguenos en Twitter: @GrupoT21