*Por Salvador Rosas
Los centros de distribución son el corazón de cualquier cadena de suministro, pues es ahí en donde ocurre toda la “magia” para llevar los productos favoritos de nuestros consumidores más cerca de ellos. Ahora, esto no podría ocurrir sin dos factores que considero fundamentales, no solo ahí sino en todos aspectos de la vida moderna: la tecnología y la empatía.
Por un lado, está la digitalización y su impacto en la industria. No podemos hacer caso omiso de las oportunidades y desafíos que presentan los avances tecnológicos en nuestras vidas, como la muy reciente irrupción de la inteligencia artificial. Estas nuevas tecnologías también tienen un impacto en la industria y están transformando tanto nuestras necesidades como los procesos del día a día.
Basta también recordar la incursión del comercio electrónico en la cadena de suministro y el impacto que tuvo, aunque algunos ya no se acuerdan de cómo éste transformó los tiempos de entrega y la forma de hacer negocios en el mundo. Imagínense la presión que experimentaron en su momento transportistas, agentes aduanales, especialistas en logística y demás profesionales de la cadena de suministro, que se vieron obligados de un día para otro a ser mucho más rápidos, más eficientes y precisos.
Y, sin embargo, fue precisamente en términos de efectividad y precisión donde la tecnología llegó para ayudarnos de manera definitiva, especialmente en las cadenas de suministro robustas en donde todo se maximiza debido al tamaño de la demanda y, ¿por qué no decirlo?, de las expectativas a las que los clientes se han acostumbrado.
Desde mi experiencia como responsable de la cadena de suministro de PepsiCo México -en donde he tenido la fortuna de presenciar de cerca esta transición histórica y llevar a cabo las adaptaciones y ajustes correspondientes- he visto cómo la digitalización se ha manifestado particularmente en dos áreas: en la automatización y en la anticipación.
Con todos estos avances tecnológicos, procesos como la entrega de una carga a un proveedor -que antes solían llevarse varias horas- se han reducido drásticamente: hoy se hacen en cuestión de minutos. Esto no solo tiene repercusiones a nivel negocio, sino que incluso ha mejorado la calidad de vida de quienes están involucrados en ellos.
La capacidad de anticiparse también ha mejorado visiblemente. Gracias, por ejemplo, a la inteligencia artificial es posible hacer predicciones sobre gustos o necesidades de los clientes, de manera que se puede realizar una mejor planificación; con lo que se logran pulir procesos y hacerlos cada vez más efectivos y precisos, conceptos que mencioné previamente.
Estos son solo dos ejemplos, pero hay muchos más en donde la tecnología se ha utilizado, incluso, para capacitar a colaboradores y colaboradoras, y con ello, contribuir a abordar desafíos fundamentales para las empresas, como el de la atracción de talento.
Ahora bien, claro que la tecnología ha ayudado de manera significativa, pero no podemos menospreciar el valor que tiene el factor humano en la cadena de suministro y, especialmente, en los centros de distribución. Si hay algo que puedo asegurar que hace la diferencia y complementa todos los beneficios de estas innovaciones, es la empatía.
La premisa de: “trata a otros como quieres ser tratado” es igual de aplicable en el día a día como en el entorno laboral. Y es que quienes hemos trabajado en un centro de distribución o hemos estado involucrados en diferentes procesos de la cadena de suministro, sabemos que las necesidades pueden cambiar de un momento a otro y pueden tener impactos profundos en el negocio… no necesariamente para bien. Por lo mismo, es fundamental ponernos en los zapatos de los otros y ser tan flexibles y adaptables como sea posible.
Para llegar a ese nivel de empatía es necesario buscar una verdadera colaboración con nuestros clientes. De esta forma, se pueden no solo entender sus necesidades sino -mediante mucho diálogo- llegar a los acuerdos necesarios para alcanzar la difícil posición del “ganar-ganar”.
Es así como encontrar el balance entre tecnología y empatía pueden llevar a tener una cadena de suministro exitosa en la que todos nos veamos beneficiados, sin perder de vista que el verdadero objetivo debe ser tener un impacto positivo en las personas y en las comunidades donde tenemos presencia.
*Salvador Rosas actualmente es vicepresidente de la Cadena de Suministro de PepsiCo México.
Comenta y sigue a Salvador en su cuenta de LinkedIn.
Comenta y síguenos en X: @GrupoT21