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Un buen hombre, pero sin el estómago para estar en cierto tipo de encargos, terminó una vez más cediendo la plaza frente a un relevo militar. Rafael Marín Mollinedo, ¿o su jefe?, terminó entregando la dirección general de la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM) a un elemento de formación militar. Se trata del general de división André Georges Foullon van Lissum, quien como otros, está siendo reactivado luego de haberse jubilado recientemente de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Marín Mollinedo es una persona de mucha confianza para el presidente Andrés Manuel López Obrador. Anteriormente había sido el responsable del proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), que incluía el antiguo Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec y los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, así como la gestión de los lotes a desarrollar como parques industriales en esa zona. Su proyecto inicialmente había sido cobijado por la Secretaría de Hacienda, pero cuando se cedieron los puertos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes a la Secretaría de Marina (Semar), se incluyeron los dos puertos del CIIT y su jerarquía vino a menos y sólo fungió como coordinador. Finalmente, en noviembre pasado el CIIT pasó al control completo de la Semar y él fue relevado por el vicealmirante Raymundo Morales.
En diciembre asumió la dirección de la ANAM, que para entonces también las aduanas terrestres ya estaban controladas por administradores de la Sedena y las marítimas por parte de la Semar. Y literalmente, nadie le hacía caso. Así que ahora y gracias a su lealtad y buen comportamiento, ha sido premiado con la embajada de México en la Organización Mundial de Comercio (OMC).
¿Qué va a hacer allá en beneficio del comercio exterior de nuestro país? Seguramente nada o muy poco, porque tampoco es un experto en estos temas. Pero el presidente dice que “nos importa mucho fortalecer las relaciones con los países europeos y estamos pensando en la firma de un tratado con la Unión Europea y va a trabajar sobre esto”. ¿De veras nadie le ha dicho al presidente que tenemos 23 años que firmamos el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea? Cosas veredes Sancho.
¡UPS!, me salgo con la mía
Con la ampliación en ocho semanas adicionales al plazo (7 de julio) para la realización de la mudanza de las operaciones de la carga aérea al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, quien se salió con la suya fue la firma que se había mantenido más rejega a salirse del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), UPS.
Sí, la firma integradora de servicios no había querido dar su brazo a torcer y desde el principio pretendió extender el plazo, lo cual al final logró, con una pequeña ayudadita por parte del secretario de Transporte de los Estados Unidos, Pete Buttigieg en su reciente visita a nuestro país, lo que inmediatamente se etiquetó entre el gremio de aerolíneas cargueras como la “Ampliación UPS”.
Tal parece que con ello las últimas líneas aéreas de carga que estaban pendientes por mudarse del principal aeropuerto capitalino al nuevo aeródromo podrán completar su proceso y comenzar a disfrutar de una instalación que no está congestionada, con áreas que han sido diseñadas ex profeso para el servicio de la carga, y donde lo que menos existe es una réplica del desorden funcional que se tiene en el AICM.
De que existen otros inconvenientes, pues es cierto. Todavía es necesario llevar el pedimento físico a la Aduana del AICM para su validación, y si toca rojo en el semáforo fiscal, pues también hay que transportar la carga para su revisión. Lo mismo ocurre con aquella carga internacional que tiene que conectar en vuelos domésticos hacia su destino final. Pero, pues qué tanto es tantito.
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