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Por Irais García y Xanath Lastiri
En 2017 el transporte terrestre de carga se dividió en 72% autotransporte, 28% ferrocarril. Así, en ese mismo año el autotransporte de carga acumuló cuatro mil 030 robos de acuerdo con el reporte de SensiGuard Supply Chain Intelligence Center; mientras que los robos al ferrocarril sumaron 12 mil 619 eventos, de acuerdo con las cifras de la Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario.
En este sentido, destaca que los costos del robo al autotransporte de carga en dicho año sumaron pérdidas por 92 mil 500 millones de pesos, de los cuales, 82 mil 600 son directos y nueve mil 800 indirectos, de acuerdo con la Agenda Estratégica entre el impacto de la inseguridad en el sector de autotransporte de carga, documento presentado por la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar), en el marco del Foro Impacto de la inseguridad en los diferentes modos de transporte, organizado por la Confederación Nacional de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin).
Así, los costos de la prevención recaen en las acciones que realiza el gobierno, los seguros contratados y las inversiones en equipo de seguridad; para los transportistas son mercancías y unidades no recuperadas; y se deja de recaudar fiscalmente. Todos estos costos se reflejan en la competitividad del país.
Canacar detalló que los costos directos que incurre el sector transportista representan el 7% del Producto Interno Bruto (PIB) del autotransporte de carga, lo que se traduce en una caída de 0.3% del PIB nacional.
En tanto, en el riel los costos generados por la inseguridad no han sido estimados, de acuerdo con Francisco Fabila Rubio, Presidente de la Comisión de Relaciones Gubernamentales de la Asociación Mexicana de Ferrocarriles (AMF).
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“Es difícil cuantificar los efectos del robos y vandalismos al ferrocarril, toda vez que el daño es indirecto. Cada vez que tiene un ferrocarril detenido por un bloqueo esa carga se cuantifica en pérdida por demoras, pero esto puede generar que se detenga una línea de producción porque no llegaron los granos a los silos de la fábrica o la chatarra a los hornos de fundición. Todos estos costos son colaterales y el ferrocarril no los puede reportar”, indicó Fabila Rubio.
En este punto coincidió Iker de Luisa, Director General de la AMF, ya que, por mencionar un ejemplo, en robo a la industria automotriz, no se puede cuantificar exactamente lo perdido.
“Al generar el expediente de robo no podemos cuantificar las pérdidas porque quizás se roban cuatro llantas de diferentes vehículos que viajaban en tren y cuatro acumuladores, pero inutilizaron siete unidades de costos altos, las cuales al llegar al puerto deben ser movilizadas con grúas incrementando tiempos logísticos restando eficiencia a la cadena logística de la industria”, añadió.
MODUS OPERANDI
En materia de robos, Enrique González, Presidente de Canacar, comentó que cada vez hay más menores de edad que participan en los robos con violencia, ocurren secuestros a las unidades, robo de mercancías y hasta homicidios.
El robo al autotransporte en México ya es un delito federal, pero aún se debe combatir el hecho de que, además de que se utiliza violencia extrema, en los últimos meses se utilizan a niños para esta labor. Los infantes lanzan piedras a las unidades para detenerlas y que mayores de edad las aborden y las asalten en el mismo sitio o incluso se las llevan a poblados que no estaban incluidos en sus itinerarios.
No obstante, se prevé que con una mayor cultura de la denuncia sea más fácil conocer las rutas y horarios de la delincuencia para tener mayor vigilancia de la Policía Federal.
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En tanto, en el ferrocarril se colocan barricadas para detener el paso del tren, se roban partes de las vías para lograr descarrilamientos y realizar saqueos. Este transporte trabaja en la tipificación del robo para que haya cárcel preventiva a quien realice esta actividad ilícita, la cual está por ser aprobada en el Senado.
En el caso de los vehículos transportados en el tren, el Director General de la AMF, destacó que se roban las baterías de los coches nuevos o llantas, lo cual a simple vista no genera grandes costos pero los daños van más allá.
“Para robar la batería abren el cofre a la fuerza, lastiman la lámina, la pintura, arrancan cables. Así por robar una batería que a lo mejor cuesta mil 500 o dos mil pesos en el mercado negro, dejan inservible un vehículo que viajaba con rumbo a Estados Unidos o Europa generando pérdida total de las unidades que padecen este robo hormiga”, explicó De Luisa.
En este sentido, Refugio Muñoz, Presidente de la Comisión de seguridad prevención del delito de Concamin, anunció que se están conformando grupos de trabajo entre representantes de diversas industrias y los transportistas, para hacer frente a la delincuencia de una forma más organizada y especializada según las necesidades de cada sector.
Con información de Irais García Morales
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