Cada día más empresas de autotransporte de carga buscan incorporar a sus flotas vehículos más eficientes y sostenibles, de modo que reduzcan su consumo de combustible y con ello incremente su rentabilidad, sobre todo en un contexto en el que la complejidad de la actividad va en aumento.
Hoy existe una gran variedad de opciones de motorizaciones que van diésel, diésel ultra bajo azufre, gas natural vehicular, híbridos, híbridos conectables, eléctricos e incluso ya se habla de hidrógeno. A pesar de la amplitud de la oferta, lo ideal para las empresas de transporte es encontrar el balance entre la tecnología que ayuda a reducir costos de consumo del energético y el precio inicial del vehículo.
“La tecnología que siempre va a ser mucho más fácil de implementar en México, y en muchos países en vías de desarrollo, es aquella que mejora de la eficiencia energética, reduce el consumo de energía y maximiza la reducción de emisiones”, destacó en entrevista para T21 Miguel Elizalde, especialista en movilidad sostenible con cerca de 20 años de experiencia en temas de transporte e industria automotriz.
Pero la modernización de las flotas no sólo tiene que ver con temas de eficiencia, sino también con el incremento en la seguridad vial. “Tenemos que preservar las vidas de los operadores y de quienes compartimos el camino tanto en ciudades como en carreteras. También hay que tomar en cuenta que fortalecer la seguridad vial y tener cero accidentes impacta económicamente en las mismas empresas”, aseguró Elizalde.
Si bien a nivel país aún no existe una normativa o legislación que obligue a las empresas de transporte a modernizar sus flotas y transicionar hacia vehículos cero emisiones, existe una condición especial en la frontera de Baja California con California, en dónde ya es una realidad debido a que el estado ha fijado una meta para vender solamente autos, vehículos utilitarios y camionetas nuevas cero emisiones para 2035.
Esto sin duda es un reto que las empresas mexicanas que operan en ambos lados de la frontera deben superar, para no poner en riesgo su rentabilidad e incluso su permanencia en el negocio.
“Esta regla no sólo aplica para los vehículos que están registrados en California o que tienen placas de ese estado, también trastoca a las empresas mexicanas que cruzan la frontera. El riesgo que se corre si no se cumple con lo estipulado es que no se podrá circular en California, por eso es necesario que en México haya incentivos similares a los que se están otorgando para las empresas norteamericanas para que puedan competir en la igualdad de circunstancias. De lo contrario se corre el riesgo de afectar la logística en la zona o incluso que las empresas que contratan al transportista decidan optar por un proveedor norteamericano y no uno mexicano”, dijo Elizalde.
Ante esta realidad, es urgente que el Gobierno federal ponga manos a la obra y no sólo en temas de recursos, sino en el desarrollo del ecosistema completo para hacer de la transición energética del transporte de carga una realidad. “Se debe implementar una estrategia integral, en la que tiene que participar la iniciativa privada y también las autoridades”, afirmó.