Me parece que el asunto no es materia de un simple clasificado que diga algo así como: “Conocida y poderosa familia de políticos y empresarios mexicana, vende parte de su participación en aerolínea. Interesados favor de contactar a…”.

El tema no es tan sencillo; no estamos hablando de cualquier empresa, sino de la tercera operadora aérea más grande del país en lo que a número de pasajeros transportados toca.

Y no solamente eso, hay que agregar que se trata de la que es considerada como la mejor aerolínea mexicana de la actualidad.

Ya habíamos comentado que la idea de que una aerolínea mexicana operase una flota de aeronaves fabricadas en Rusia parecía una apuesta arriesgada, en especial en lo que toca a la fiabilidad de despacho, una métrica que en el aerotransporte moderno caracterizado por la alta eficiencia en el uso de los recursos cobra particular importancia.

No es extraño, de hecho, ya se venía fraguando. Hoy, las aerolíneas mexicanas están en una etapa de cambio y algunas en la turbulencia por diversas razones. La falta de una política de Estado de largo plazo en materia aeronáutica se nota más que nunca. Y, de verdad, es lamentable. Seguro que nadie se imaginó que se necesitara tanto.