El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha dejado muy en claro su posición de sustitución de importaciones de economías que no están adscritas a algún tratado que nuestro país haya firmado; esto nos recuerda a un México del siglo pasado donde, con sus diferencias, se ponían trabas al comercio exterior.
La preocupación en el sector privado es el hecho de no haber sido consultado ni avisado.
El nuevo decreto por el que se modifica la tarifa de la ley de los impuestos generales de importación y de exportación, publicado el pasado 22 de abril, puede significar un desequilibrio en nuestro país debido a que en la nueva imposición de aranceles que van del 5% al 50%, estos no se analizaron de manera puntual para cada una de las 544 fracciones arancelarias.
Usar como justificación “evitar la competencia desleal”, como lo expresó la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, solo ha sido el pretexto para realizar esta maniobra que sorprende a todos.
Bajo este orden de ideas, nos encontramos en un buen momento para implantar una política industrial que ayude a la reconstrucción de las cadenas de valor perdidas. Sin embargo, no hay que perder de vista que el comercio exterior es reactivo y que probablemente nos encontraremos con una reacción que afecte a nuestra integración comercial con norte América y el mundo.
En la iniciativa privada esperamos que este tema haya sido rigurosamente analizado para evitar daños estructurales en la economía nacional.
Te invito a revisar mi columna anterior: ¿Qué tanto se afectarán las relaciones comerciales entre México y Ecuador?
Gerardo Tajonar actualmente es presidente de la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de la República Mexicana (ANIERM).
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